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Jesús Guerrero

jguerrero@diariodecadiz.com

Por qué limitar los derechos de otros

Permítanme que me acuerde hoy de aquellos que van en contra de las libertades de los demás. Sí, los que se manifiestan con lemas de ‘A dónde vamos a llegar’, ‘La verdad solo la tengo yo’ o ‘Tú no te mereces los mismos derechos que tenemos nosotros’, disfrazando ese nosotros de camaradería reaccionaria y evitando que se noten los salpicones de racismo, homofobia y misoginia. Aquellos que inundan las fiscalías con recursos, que van hasta el Constitucional, a Estrasburgo o a Dios si encuentran el camino, que hacen rebosar los plenos municipales con mociones que no van más allá de la pura simbología y el marketing político.

A ellos quiero enviarles un mensaje muy fácil, desde la humildad y la tolerancia. Simplemente decirles que, aprobar leyes en favor de los derechos de ciertos colectivos no significa que estemos todos obligados a participar, a beneficiarnos, ni siquiera a practicar dichos beneplácitos. Que no, que exista el matrimonio homosexual no supone que os tengáis que casar con alguien de vuestro mismo sexo. Solo significa, y no más, que quien quiera pueda hacerlo. La obviedad. Es una opción, es dar libertad al que estaba reprimido en alguna de sus facetas, y, en ese ejemplo concreto, no solo era invisibilizado socialmente sino que gozaba de menos derechos frente a la propia administración.

Si se legisla sobre la muerte digna tendremos la opción de elegir, la libertad de expresar nuestro deseo sin que haya consecuencias penales para otros. No se trata de una eutanasia colectiva ni de una muerte programada a nuestro antojo, supone tan solo ayudar a aquellos que están sufriendo a que dejen de hacerlo. No les obliga, conciudadanos, pueden ustedes tomar la elección de no participar ni beneficarse de esta norma, pero dejen a los demás que decidamos por nosotros mismos.

No les obligó la ley del divorcio a romper sus matrimonios en su día, aquellos que tanto criticaron y que no tardaron en tirarse a sus pies. En aquella época no había redes sociales todavía para inundarlas de falsas noticias sobre la catástrofe que supondría la ruptura del modelo de familia.

Si se legisla sobre el aborto no es para prohibir los partos ni para adoctrinar sobre sus beneficios, ¿verdad? La ley de dependencia no limita vuestra emancipación, ni el ingreso mínimo vital os convierte en pedigüeños. Solo hace falta un poco de empatía para entender que estas normas legislativas vienen a proteger al que lo requiere. Muy seguro está aquél que se manifiesta en su contra de que no necesitará nunca echar mano de uno de estos derechos, pero ya saben lo que le pasa al que escupe para arriba.

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