La plaga humana

YA somos 6.700 millones las personas que arrasamos este planeta. Hace 50 años éramos la mitad, y se apunta que tras los siguientes 40 años podríamos llegar a los 9.000 millones. La explosión demográfica y su concentración en las megaciudades, el cambio climático, la malversación y agotamiento de los recursos naturales, la solapada guerra hídrica, la destrucción de los ecosistemas, y la suma y sigue perdida de biodiversidad. Estas calificaciones negativas se obtienen en la asignatura de naturales, esa con la que mantenemos mayor dependencia. Luego tenemos el nuevo suspenso en económicas, otra vez por las mismas causas, y otra vez pagando justos por pecadores. Tampoco alcanzamos el aprobado el lenguaje, sociales, ciencias, e historia, y tenemos el no presentados en salud y bienestar público, justicia, filosofía, e idiomas. Solamente aprobamos para beca en deportes, religión, y violencia civil gratuita.

Ante este desolador paisaje educativo, me cuestiono una y otra vez sobre la irresponsabilidad demográfica, y sí sería posible recoger firmas para elevar a propuesta de ley mandar a galeras a quienes alegremente traen a este mundo descendientes con altos riesgos de exclusión socioeconómica, o peor aún, con escaso umbral de vida. Tener hijo no representa un derecho, sino más bien compromisos, deberes, y responsabilidades. Cuando no se está en condiciones de cumplir, es mejor no ofrecerse a ser padres y madres. El asunto es muy grave, y no se puede esconder debajo de la alfombra. El paso del tiempo solamente cura las heridas atendidas, y nada indica que la atención exista de forma universal. Me duele asumir que la huella ecológica humana sobre este planeta cause tantos sufrimientos innecesarios. Mientras, otros malgastan recursos económicos, morales y sociales, defendiendo a los aspirantes a neonato. No les importan los costes, y menos aún que seamos una plaga cada vez más desnaturalizada.