Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

La metamorfosis

Noté que se me aflautaba la voz, desde ese momento me puse a cantar todo el repertorio del Eterno Capitán Veneno

El día después de que me pusieran la vacuna me levanté como Gregorio Samsa, algo había cambiado en mí que no sabía reconocer. No se me iba de la cabeza la canción esa que empieza "de las glorias deportivas, que campean por España" y todo lo demás. Cada vez que mi mujer me preguntaba algo yo le respondía "minuto 93, minuto 93, minuto 93". Si me hablaba de cualquier tarea doméstica yo repetía "13 champions, 13 champions, 13 champions". Hubo un momento en el que llegué a pensar que Gil Manzano era un buen árbitro, que Casemiro era un jugador limpio y educado, que Sergio Ramos era un intelectual y que Florentino Pérez era un empresario modélico y honrado. Noté que se me aflautaba la voz, desde ese momento me puse a cantar por arribita todo el repertorio del Eterno Capitán Veneno, empezando por el credo mientras señalaba al Hispasat, quería matricular a mi hija en el colegio de la Barriada, llegué a buscarme un mote que estuviera a la altura del Piojo, el Zoleta, el Taleguilla, el Pellejo y otros así que reflejase el nivel al que había llegado mi voz. Entre otros cambios fui a inscribirme en varias cofradías, unas de corte sevillano como el Ecce Homo y La Palma, otras de estilo talibán como la Vera Cruz, tal era el desafuero capilla que había alcanzado. No sé cómo me sabía de memoria "Cádiz cofrade", me ponía a todas horas La Batalla del Palillero en un VHS que había aparecido en mi casa, me hice también de varias cofradías sevillanas como Las Penas de San Vicente y La Estrella, para completar mi curriculum cofrade me aprendí de memoria los pregones de Semana Santa, me compré varios trajes oscuros y un bote de brillantina para ponerme cada día. Me hice socio del Cádiz, Fondo Sur, con las Brigadas Amarillas, aunque nunca me llevó mi padre ni fui a ver al Cádiz con el Mármoles Macael o el Lucena, era capaz de cantar íntegro el "Me han dicho que el amarillo" y el "Hemos venido a emborracharnos", me compré un póster del Ché que aunque no pega mucho con los carteles que me ha regalado el Seisdedos, hacía juego con mi nueva identidad. Por supuesto iba todos los días a ver el rayo verde a La Caleta, a bañarme en La Laja, me hice socio del Club Caleta y de la Peña Juancojones, presumía de haber dado catequesis en La Pastora junto con el Kichi gracias al padre Araújo, para no ser menos me tatué la imagen del Nazareno en el pecho como dijo el alcalde que les pasaba a los votantes de su partido, decidí ir a llevarle nardos a la Patrona y a ver la procesión del Corpus, me iba a tomar caballas asás a la Plaza Pinto, me compré una casa en la calle Lubet, todas las tardes veía el Sálvame naranja, limón, fresa y pomelo. En fin, salvo transformarme en un insecto, Astrazeneca me ha cambiado la vida.

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