Confabulario
Manuel Gregorio González
Retrocediendo
El secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, ha declarado que el Ayuntamiento no puede poner el nombre de Carranza al Estadio ahora denominado Nuevo Mirandilla. Más allá del debate nominal sobre si Ramón de Carranza o Carranza, está fuera de toda duda los vínculos del que fuera alcalde de Cádiz tras el golpe de estado de 1936 con el régimen de Franco. No fue un asesino, como dicen algunos, pero sí fue un represor que intervino en la depuración de los funcionarios a su cargo en el Ayuntamiento, no sé si en la Diputación. No disparó un fusil, no ajustició a nadie, como sí hizo, por cierto, el teniente Díaz, tal y como recuerda cada vez que puede Luis Yáñez, sobrino del capitán Yáñez que, recluido en el Gobierno Civil, hoy Diputación, fue fusilado por las tropas del bando sedicioso. Ramón de Carranza, tras el golpe del 36, duró muy poco de alcalde porque ya llegó al puesto, donde fue colocado por los sublevados, muy enfermo. Era la segunda vez que lo colocaron al frente del Ayuntamiento de Cádiz, primero Primo de Rivera, luego Franco. Ganó las elecciones municipales de 1931 aunque el Gobierno de la República las anuló y ordenó su repetición por irregularidades. Así que está fuera de duda su colaboración con el franquismo. Lo que me llama la atención es lo fantástico que se pone un secretario de Estado de un Gobierno que mantiene el nombre de José León de Carranza al puente que cruza la Bahía. José León, hijo del anterior, fue colocado como alcalde por el mismo Gobierno que puso a su padre. Fue un golpista pertinaz, primero con el general Sanjurjo, luego con Franco. De hecho el Ayuntamiento retiró la placa que le recordaba, obra de Vasallo, en la calle Cánovas del Castillo y luego quitó la avenida donde se le rendía homenaje. A día de hoy no se tienen noticias de que el Ayuntamiento del PP vaya a restituir placa y calle. Digo más: el Consejo de Ministros le retiró a José León de Carranza la Medalla del Trabajo el año pasado. Para tener la boca grande hay que tener el culo limpio, y un Gobierno que mantiene como nombre del puente a un franquista que tuvo el cargo de alcalde por nombramiento de Franco, carece de autoridad para decir si lo que hace el Ayuntamiento de Cádiz es legal o ilegal. Yo hubiera buscado un nombre comercial para el estadio que reportara economías al Cádiz y a la ciudad, pero no tengo la más mínima capacidad de influencia, afortunadamente. Y le pondría al puente hoy denominado por el que fue Marqués de Villapesadilla, el nombre del poeta universal que cantó más y mejor que nadie a la Bahía de Cádiz, Rafael Alberti. Pero se ve que al Gobierno de España lo que se le da mejor es hablar. Que no dé tantas lecciones. Menos chau chau.
También te puede interesar
Confabulario
Manuel Gregorio González
Retrocediendo
Crónica personal
Eduardo Osborne
Un cura en la corte de Sánchez
En tránsito
Eduardo Jordá
Luces
El Palillero
José Joaquín León
Luces y sombras para el comercio
Lo último