Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

El derecho a la pereza

Creo que los sindicatos tienen razón en sus reivindicaciones aunque dudo mucho que sus métodos sirvan para algo

Paul Lafargue, yerno de Carlos Marx, vino a España a introducir las ideas políticas de su suegro frente al auge del anarquismo. Su huella fructificó en Pablo Iglesias. Lafargue defendía la necesidad de que los trabajadores tuvieran tiempo para el ocio, base de su famoso libro. Esa misma idea fue la que empujó a las revueltas de Haymarket , Chicago, al objeto de defender la jornada de ocho horas. El resultado de todo aquello son las 40 horas semanales que hoy disfrutamos y la fiesta del trabajo el 1 de Mayo, que se celebra en todo el mundo menos en los EEUU. Aquellos ocho Mártires de Chicago dos eran tipógrafos, profesión habitual entre los promotores del movimiento obrero, y tres eran periodistas, todos ajusticiados sin que en la ciudad donde ocurrieron los hechos haya quedado reflejo de ello. El aumento del ocio de los trabajadores trajo la semana inglesa, las vacaciones pagadas e incluso la extensión del deporte del balompié que habían regulado en el Freemason Tavern de Londres, convertido en el deporte de las masas obreras. Toda esta épica forjó a la gente de mi generación, que leíamos los "Cuadernos de educación popular" de Marta Harnecker, veíamos "La sal de la tierra" y "Germinal", escuchábamos a los cantautores como Raimon, Luis Pastor, Pablo Guerrero, Elisa Serna, Manuel Gerena, José Menese, y Paco Ibáñez. Ahora resulta que la amnistía que arrancamos al gobierno es una traición según el secretario general del PCE y el Hijo del Frapero, confabulados para acabar con lo que llaman el Régimen del 78 que no es otra cosa que la llegada de la democracia a España. Decía el otro día Íñigo Errejón que era preciso apoyar las reivindicaciones de los trabajadores del Metal de Cádiz porque sin estas luchas no existiría la jornada de ocho horas. Creo que los sindicatos tienen razón en sus reivindicaciones aunque dudo mucho que sus métodos sirvan para algo más que para enfadar a muchos ciudadanos por las consecuencias. Sus reivindicaciones son frente a la patronal del metal, no frente al Gobierno de España, en contra de lo que dijo el alcalde de Cádiz . Quieren tres puntos más en el IPC para no perder poder adquisitivo, lo que me parece justo. Lo que me llama la atención son las nuevas formas de lucha: antes se hacía una huelga con el fin de paralizar la producción con lo que castigar a los patronos. Ahora se queman contenedores, se cortan calles, se tiran farolas, se bloquea el tráfico como si fuera algo épico. Eso sí, por las tardes y los fines de semana hay un cese de la movilización , el derecho a la pereza llega a los luchadores del metal de Cádiz, de siesta, sentados frente a Telecinco o a ver al Cádiz CF. No sé qué dirían los Mártires de Chicago.

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