Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

El derecho a decidir

Los mismos que decían que Cádiz vivía en emergencia social ven ahora a la gente pidiendo ayuda para una casa

En Cádiz gusta una cola sea para pillar un erizo, un ostión, una camiseta de propaganda, para comprar una entrada del Cádiz, una del Falla o una silla en la carrera oficial. Siempre hay alguien dispuesto a hacerla, algunas veces a pasar horas y horas . Alguien la organiza, reparte números y establece la obligación de estar presente cuando se pase lista . Cuando la cola va a durar, los hay que se llevan sillas, camas, infiernillos, plásticos o cualquier otro objeto que mejore la comodidad. Yo, sin ir más lejos, no haría cola ni para ver al Atleta en una final de Champions. Una vez, hace 35 años , me puse en la cola para comprar entradas para la final del Falla con los hermanos Fernández Repeto, Mikel Elorza, Fermín Moral y Manolo Bocanegra. Luego ya se generalizó el gañoteo y solo se ponen en cola los pringaos.

Cuando empezó la crisis se hicieron algunos reportajes que dieron la vuelta al mundo sobre las colas para pedir comida en Caballeros Hospitalarios y otros centros de asistencia. La foto con los carritos de la compra guardando el sitio a sus propietarios se convirtió en un icono de la necesidad. Quienes usaron aquellas imágenes en su campaña política terminaron gobernando la ciudad bajo el grito "lo importante es que coman los niños". Ahora a los niños les de da comer Salvador Pascual. Los mismos que decían que Cádiz vivía en emergencia social, que cada día había desahucios "casas sin gente y gente sin casas" ven ahora a la gente en San Juan de Dios reclamando ayuda para una casa o pidiendo que les den una. Quienes decían que habían hecho los presupuestos municipales más sociales de la historia tienen que ver cada 15 días como la gente se pone de madrugada para hacer cola en la calle Zaragoza al objeto de que les den cita para cualquier ayuda que deban solicitar. Claro, se le puede echar la culpa al capitalismo internacional, a la desigualdad, al rescate bancario, al despilfarro del gobierno, a la corrupción generalizada. El caso es que al cabo de dos años de gobierno es a Podemos a quien le forman las colas los demandantes de ayuda. Sí, ya sé que la sociedad no va a cambiar en dos años, pero los servicios municipales podían haber mejorado y parece que ha sido al revés.

Mientras tanto el alcalde y su pléyade de asesores se preocupan en defender a aquellos que quieren romper la soberanía nacional y pretenden privarnos a los españoles de nuestro derecho a decidir. Debe ser más importante que resolver la prestación de los servicios sociales.

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