Opinión

Juan Gómez / Portavoz Del Grupo Municipal De Independientes Portuenses

2008, un año perdido

TERMINANDO las últimas horas de este año que nos ha tocado vivir y sufrir, uno no puede por menos volver la vista atrás y hacer balance de lo ocurrido. Haciendo un análisis de nuestra ciudad a lo largo de este año es más el sentimiento de pérdida por lo que pudimos avanzar y no lo hemos hecho, que por todos los errores que se puedan haber cometido. Las expectativas levantadas tras el triunfo del Partido Popular, animadas por una serie de promesas de cambio y de regeneración se han visto frustradas y el sentimiento generalizado en la ciudad es que no se ha hecho nada. Es mucho más lamentable la sensación de un año perdido entre organización de actividades futuras, lamentos por la herencia, manos negras, falta de transparencia, manejos obscuros y como colofón mayoría apoyada en un tránsfuga. Tal vez el puesto le venga grande a algunos de nuestros gobernantes que entienden la vida política en el sentido funcionarial de 8 a 3 y luego que me olviden. Es triste ver como los concejales del equipo de gobierno apenas aparecen en los actos públicos u organizados por entidades cívicas, olvidando que la representación también va en el sueldo que ganan. Mientras la máquina de propaganda cumple sus objetivos de prometer lo imposible en un intento de crear un nuevo país de Alicia, los problemas de los portuenses van cada vez más haciéndose cruda realidad: aumento del paro, parálisis en la construcción, diseminados sin resolución a sus problemas, falta de vivienda y, sobre todo, un futuro incierto. Un futuro para nuestra ciudad a la que le espera la venta de la Empresa de Aguas, la conversión de Serecop en una empresa de propaganda política, gastar los ahorros de Impulsa en obras que corresponderían a otras administraciones y seguir esperando un milagro del cielo en forma de aportación estatal para paliar la crisis.

Ahora al releer las líneas que tenía escritas he tenido la sensación de ser un agorero al vislumbrar un oscuro futuro. Lo siento de corazón por mis paisanos que tendrán que soportar otro año de falsas expectativas, entretenidos en promesas que no llegarán a cumplirse. Me viene en este momento a la memoria aquellas palabras del Cantar del Mío Cid y que bien pudiera aplicar a mi Puerto: "¡Dios, que buen vasallo, si oviese un buen señor!"

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