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Triste primavera

Al pesimismo por las restricciones se suma el dolor que te causa el fallecimiento de personas amigas

Muy pronto estará aquí la primavera, que astronómicamente comienza con el equinoccio del mismo título en los primeros días de la veintena del mes de marzo. Y en contrate con otros años, en este, como en el pasado, no la recibiremos con alegría por culpa de la pandemia. Nos dice que hay que extremar las precauciones porque puede venir una cuarta ola de contagios y, para prevenirla, no habrá procesiones en las calles de las cofradías de Semana Santa, y además se mantienen los cierres provinciales y solo hay un relajo en los horarios de bares y comercios, que estarán abiertos hasta las 22:30 horas y el toque de queda se retrasa hasta las once de la noche. Así estaremos hasta el 9 de abril, porque la mejoría de los datos de contagios se está ralentizando.

Otro tema distinto es el de la administración de las vacunas. Se nos dijo que el orden de la vacunación sería inverso a la edad. Como ya tuve ocasión de escribir, pronto comprobé que amigos con menos edad que yo, habían sido vacunados e incluso citados para la segunda vacuna. Con mis 85 años, que serán (Dm) 86 en agosto, supongo que estoy por encima de la media de los españoles en razón a su longevidad, pero hasta ahora la única comunicación que he recibido ha sido para confirmar el número de mi teléfono móvil. No sé qué ocurrirá con los que no tenga más que un teléfono fijo, o que no tengan ninguno. La única obligación creo que es tener un domicilio fijo.

Al pesimismo por las restricciones se suma el dolor que te causa el fallecimiento de personas amigas. Esta última semana han fallecido José Antonio Gutiérrez Trueba, Manolo Molina y Pepe Ruiz Manteca. No pude asistir al sepelio del que fue decano del Colegio de Abogados, concejal del Ayuntamiento de Cádiz, presidente del equipo de fútbol y cofrade destacado de la Cofradía de Afligidos, hasta el punto que, como su padre fue capataz del paso de misterio. Manolo Molina, vino de Granada a ocuparse de negocios de su padre y se afincó en Cádiz y tuvimos oficinas en el mismo edificio del Fénix. Y Pepe Ruiz "el Manteca" popularizó el apellido de su madre y hace pocos meses acudí a su establecimiento de la Viña y no pude saludarle, porque enfermo, ya no asistía ¡que buenos recuerdos guardo de su taberna y, sobre todo, de su persona¡ Ninguno de ellos ha muerto, que yo sepa, como consecuencia del virus, pero contribuyen a la tristeza de estos tiempos.

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