El salón de los espejos
Stella Benot
La Transición andaluza
HAY innumerables refranes, dichos y sentencias sobre el poder de los pechos femeninos en la vida cotidiana. Al fin y al cabo somos mamíferos y en Cádiz hay que mamar, como dejó establecido el sabio del pañuelo y el chaleco. Lo extraño es mezclar teta y política. A eso en España no estamos acostumbrados. Enrique Montiel jr. señala a Ciciolina como el origen remoto de esta extraña mezcla. Ya se sabe que los precursores siempre pagan un alto precio por el atrevimiento. Ni que decir tiene que a mí me parece fantástico lo que cada uno haga con su cuerpo y si encima le proporciona dinero, mejor . No alcanzo a comprender la diferencia entre alquilar la fuerza bruta o la habilidad y posar para una revista como ha hecho Inmaculada Michinina. Todos alquilamos nuestro cuerpo durante unas horas por unas monedas. A este respecto hay que despojarse de todo prejuicio. Eso sí, Cádiz es muy pequeño y hay mucho voyeur, mucho lorito morsegón, mucho sátiro de duna que pondrá ojos libidinosos cuando vea pasar a la musa proletaria. Si la revolución, según Trostky , consistía en asaltar los cielos, Michinina va a conseguir que no sea necesario elegir entre la teta y la luna.
En una sociedad tan pendiente del famoseo donde una concejala de un pueblecito de Toledo se hizo famosa por un acto íntimo puesto en circulación por las redes sociales, donde una peluquera es famosa por haber estado casada con un torero y así sucesivamente, no descarto que el posado de la Michinina para Interviu pueda traerle algún beneficio electoral. De alguna manera ya ha conseguido fama en todo Cádiz tras su paso por las televisiones tras la famosa frase "déjeme tener dignidad" y todo el corolario de grúas, entrevistas, licencias de baratillos, licencias playeras y demás. A partir de ahí hay una base espléndida para hacerse oír ya que ha conseguido llamar la atención sobre sí misma. Ya se sabe que pueden más dos tetas que dos carretas y hemos podido leer las innumerables sentencias que lleva Michinina escritas en su epidermis. Una idea para los que organicen su campaña es que se tatúe el eslogan en alguna parte ignota de su cuerpo para que de esa manera consiga colar el mensaje con una rotundidad que de otra forma no podría. O que la foto del cartel electoral sea con una pose sensual al objeto de que los sátiros de Cádiz no se pierdan detalle. Dice mi padre, y perdonen ustedes, que picha tiesa no cree en Dios.
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