La Azotea

Pilar Vera

pvera@diariodecadiz.com

Suave la lengua, fiero el diente

En la mitad del camino de la vida -traduzcamos burdamente a Dante-, no quiero hacerme viejo. A todos nos ocurre: ¿lo que me parece una pamplina es porque lo es o porque ya he perdido el pulso de los tiempos o, lo que es peor, el pulso? Leo que Caperucita Roja sería considerado un cuento tóxico en baremos de la igualdad. Tampoco se va de rositas la necrofilia de La Bella Durmiente, por supuesto. Los cuentos primigenios, crudos como eran, tenían una misión fundamental: alertar de cómo era el mundo. Perrault advertía con su recopilación de Caperucita a las casaderas de los salones franceses que "cuanto más suave es la lengua, más fiero el diente". Cada cuento tiene su época, es cierto, pero no pierde, tampoco, su sentido. No sé qué sentido tienen la censura y el marcaje en general: mucho menos, en un caso como este, del que podemos encontrar versiones para todos los gustos. ¿Qué decir? Angela Carter, ruega por nosotros.

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