El mal, para ser tal, ha de ir envuelto en celofán, cubierto de caramelo. Es lo primero que debió aprender el Ángel Caído, por propia supervivencia. El neoliberalismo, desde luego, también ha tomado nota. Las caras públicas a nivel nacional de Cs parecían replicantes perfectos, bellos, bien planchados, de ortodoncias perfectas. "¡Qué antiguos sois!", le increpaba Inés Arrimadas a Irene Montero en defensa mercantilista ("generosa", "libre", en neolengua) y descarada de los vientres de alquiler. Porque una cara bonita puede ser capaz de todo. "Si una persona decide libremente gestar el hijo de otro, ¿por qué oponerse?" (golpe de melena). "Si alguien quiere alquilar su cuerpo para que otros hagan lo que quieran (gracioso mohín), ¿qué mal hay en ello?". "Si alguien -un suponer- no se va de vacaciones por dedicarse a su pasión/trabajo (puñetazo al aire), ¿por qué no puede?". Menos mal que el maquillaje ya se está resquebrajando.
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