Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Ricardo es un viejo amigo que como ingeniero, trabajó muchos años en la empresa de su padre, "Talleres Lainez", y desde su jubilación vive retirado, casi monacalmente, en una de las urbanizaciones de Chiclana de la Frontera, en un chalé al que ha puesto como nombre "el Sopie", aunque no está situado al pie de una montaña, porque en Chiclana no las hay, pero le trae el recuerdo de sus aficiones a las cacerías. Ricardo es el más viejo de mis amigos, incluso más viejo que yo, porque si no ha cumplido 90 años le faltará poco. Y todos los años, desde hace muchos, cuando se aproxima la Navidad recibo su felicitación y no es solo el escueto y parco "feliz navidad", sino que lo hace con un libro con una encuadernación, digamos que casera, pero muy cuidada, con más de 230 páginas, en las que escribe sus vivencias como cazador, que no solo le permiten a él revivir lo vivido sino como bien dice en la "entrada" de este año hacen, no solo recordar a él "tiempos que no le sobran" y sus lectores "que les venga a la memoria algo con lo que lee".

Fue muy amigo del corredor colegiado de Comercio y luego notario público, Jesús Gracia y Vidal (q.e.p.d.) y merecía la pena escucharlos, uno metiéndose con el otro y el otro respondiéndole con la réplica oportuna. En la elaboración de su libro supongo que invierte muchas horas, en muchos días y también dinero de su jubilación, pero, sin duda, que les aprovechan para la mejora de su salud, tanto mental como física.

Se trata de un esfuerzo considerable porque como ya dije cuenta vivencias de caza, no solo vividas por él sino compartidas con otros cazadores sin que repita ninguna de estas vivencias. Ricardo durante su vida laboral activa nunca dejó sus ocupaciones para satisfacer su afición de cazador. Además en Cádiz, en los años cincuenta, se cazaba poco, recuérdese el artículo de José María Pemán sobre el buitre que se posó en el monumento de las Cortes en el que decía que "aunque usted no se lo crea en Cádiz hay un señor que tiene una escopeta". Aquí solo se cazaba los domingos y excepcionalmente los sábados. Ir a cazar a la Sierra en los años 50 era a veces una aventura, porque aún había en ellas huidos por razones políticas.

Se recuerda en sus páginas que los traslados al "puesto" en las monterías se hacían a lomos de las caballerías y las anécdotas ocurridas cuando las monturas percibían de inmediato, la adrenalina de los que no estaban cómodos montados, por no tener costumbre, dando lugar en algunos casos al descabalgamiento violento. Cuenta Ricardo sus recuerdos respecto al primer venado que abatió, que es un recuerdo que los cazadores nunca olvidan.

El autor ha disfrutado escribiendo estos recuerdos y este disfrute se multiplica ahora, en sus lectores.

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