Qué antiguos somos. Cuando algo molesta a un número elevado de ciudadanos, la gente cogemos y salimos a la calle. Gritamos, hacemos pancartas ingeniosas, las pancartas ingeniosas salen en los periódicos, luego volvemos a casa como si hubiéramos hecho algo importante, pero luego ná de ná. Para qué vamos a engañarnos, estas cosas pocas veces sirven para algo.

Como cada día estamos más flojos también nos hemos inventado la protesta cibernética. Alguien hace un escrito así como muy educado y contundente, apelando al final al sentimiento humano, como un poco apasodoblado y la gente firma solidaria con gran facilidad y ponen hasta su dni. Al otro día sale en la prensa que fulanito de tal consiguió en pocas horas 200.000 firmas a favor de su protesta, pero lo cierto, para qué vamos a engañarnos, estas cosas pocas veces sirven para algo.

La última forma de protesta es el emoticono. Alguien saca alguna cosa en las redes sociales, que es como el patio de las casas de vecinos de hace 40 años, y Margari la del cuarto en vez de decir que Carmeluchi es una guarra por decir eso, le pone un dibujito de una cara de mosqueo y con eso se ha manifestado, aunque sea de una forma más bien "lais" que aparte de significar me gusta, también significa que no cansa. Después del yogur "lais" ahora nos hemos inventado la manifestación lais, una protesta que dura medio segundo y el solo esfuerzo de mover la yema de un dedo.

Pero hay gente moderna, que se manifiesta de otra manera y lo hacen con una efectividad que más quisiera Comisiones Obreras en sus tiempos gloriosos de Astilleros. El otro día alguien del Supremo sacaba una sentencia que significaba, más o menos, que los bancos tendrían que devolver una cantidad presuntamente indebida que le cobran a la gente cuando hacen las hipotecas. La cosa causó gran alborozo y un sentimiento como que había vuelto "Robin Hood" pero en versión hipotecaria y cuando ya los mortales estaban discutiendo hasta qué año podría afectar lo de las devoluciones, surgió una "manifestación de carteras": nada de gritos y pancartas, ni encadenarse a una farola. Lo suyo es mucho más elegante: caída del Ibex 35, subida de la famosa prima (una prima siempre tiene riesgo). La mani de carteras fue tan contundente que en menos de 24 horas lograron que el Supremo dijera quieto ahí… y además con la ventaja de que no tiene que acudir la policía. Qué antiguos somos los que nos manifestamos con las pancartas y haciendo rimas simpáticas siempre terminadas en "on". Está claro que lo vale es una manifestación de carteras, de buenas carteras. Qué bien gritan y con qué efectividad los billetes de 500 euros y las visas oros, definitivamente nos hemos quedado antiguos.

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