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Con la venia

Fernando Santiago

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Fulgor y muerte de Alfonso Guerra

Guerra fue una persona clave en la Transición y también un adversario formidable que atacó con saña a todos los rivales

Muy recomendable el libro de Jorge Semprún Federico Sánchez se despide de ustedes, continuación y final de Autobiografía de Federico Sánchez. En este último el que fuera ministro de Cultura con Felipe González cuenta sus andanzas como dirigente comunista clandestino en el Madrid del franquismo. En el primero relata sus enfrentamientos con Alfonso Guerra durante el tiempo en el que fue ministro. Delirante la escena de un Consejo de Ministros presidido por Guerra donde se debatió si se subía 50 céntimos la bombona de butano, reflejo de lo que fue el guerrismo en el PSOE, eso que ahora llaman populismo unos, sectarismo otros. En su día los que formaban aquel grupo se creían sucesores de Largo Caballero, el Lenin español'. No hay ni que decir que Alfonso Guerra fue una persona clave en la Transición, con aportaciones importantes en el consenso constitucional, como se destacó el viernes en el Oratorio. También fue un adversario formidable que atacó con saña a todos los rivales políticos del tipo de: "tahúr del Mississipi" dirigido a Suárez o "Carlos III disfrazado de Mariquita Pérez" a Soledad Becerril. En la vida interna del PSOE propició el ascenso de aquellos que les eran más fieles con la famosa frase "el que se mueve no sale en la foto", a lo que Rodríguez de la Borbolla, presente en el acto del Colegio de Abogados, le preguntó "bueno, dime dónde está la raya", a lo que respondió Guerra "es que la raya se mueve". Alfonso Guerra fue 40 años diputado, a pesar de lo cual decía no tener apego al cargo, curiosa forma de tener desapego. Era tal la inquina que le tenía la derecha que le acusaron de bígamo o incluso alguno dijo: "Cuando pienso en Guerra como presidente interino me llevo la mano a la pistola". Todo ese poder concluyó con el escándalo Juan Guerra, desatado en Barbate por el alcalde Serafín Núñez, una trama para recalificar terrenos urdida por el hermano del vicepresidente desde un despacho que tenía en la Delegación del Gobierno de Andalucía. Como escribió Semprún en el libro: coincidía el uso de un despacho público, un familiar directo del vicepresidente y el enriquecimiento particular. A pesar de que Felipe González dijo que si caía Guerra caería él -"dos por el precio de uno"-, al final prescindió de sus servicios. Fue la época de "mi henmanno", como ridiculizaba la derecha española la pronunciación de Alfonso Guerra. Una vez fuera de su puesto de diputado se ha prodigado en declaraciones contra Podemos, contra Pedro Sánchez, contra los aliados del Gobierno, contra los independentistas catalanes, con el estilo cáustico que le caracteriza, para solaz de la derecha. Quienes lo odiaban ahora le idolatran.

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