Otros tiempos, claro. Hay que... aceptarlo. Voy por el IKEA admirando de qué manera tan apañada y práctica presentan el mobiliario y sus múltiples combinaciones, y no puedo evitar verme de chiquillo dando esos mismos paseos (más cortos y sin perderme, claro) con mi madre por las tiendas de muebles de siempre, las que se han perdido por la llegada de gigantes como el sueco que nos ocupa. Las del pago a cómodos plazos, las que (aún queda alguna) te llevan el mueble a casa ya montado o te lo montan sus operarios. Los de Muebles Pepe Llave, Vivas Hermanos, Mobarí (compre y gane), Gayro, La Tacita o Televok. Los que desaparecieron del paisaje urbano porque nos dejamos (todos tenemos parte de culpa) deslumbrar por la modernidad. Como nos ha ocurrido con tantas cosas en los últimos tiempos. Vaya mi homenaje (y mis disculpas) a aquellas tiendas.

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