Yo te digo mi verdad

Ciudadanos de honor

Estos tres héroes, no mitológicos sino reales, se han ganado su derecho a ser acogidos y a ser nombrados ciudadanos de honor

La imagen ha recorrido el mundo, pero no parece haber paseado mucho por nuestras conciencias. Eran tres hombres negros, que parecían aún más oscuros sentados precariamente sobre la pala del timón de un colosal barco. Tras once días de 'navegación' habían conseguido culminar su extraordinario viaje desde el puerto de Lagos, en Nigeria, hasta el de Las Palmas, es decir España, es decir Europa. Ríete de los 10 años que duró la Odisea de Ulises de regreso desde Troya a su reino de Ítaca.

Estos tres héroes, no mitológicos sino reales, se han ganado, no sólo su derecho a ser acogidos en nuestro país, sino a ser nombrados ciudadanos de honor, por su arrojo, su valentía y determinación. Deberíamos recibir con los brazos abiertos a gente así, rogarles que se establecieran aquí y fundaran una estirpe de herederos de corazón bravo, que pusieran rostro a términos que estamos acostumbrados a usar sin contenido, como 'cultura del esfuerzo', y nombres propios a conceptos tan queridos por los políticos de nuevo cuño, como el de resiliencia.

Andamos faltos de ejemplos de líderes para el pueblo, se nos escapan modelos como el de estos nigerianos y sin embargo derrochamos calificativos hacia, por ejemplo, futbolistas millonarios. Pero si estos tres hombres, que a lo justo consiguieron el objetivo de llegar vivos, deshidratados y casi vencidos por la hipotermia, hubieran muerto en el intento, quizá nuestra única gran preocupación habría sido discutir si su fallecimiento se produjo o no en territorio español y, tal vez en descargarnos de culpa o echárselas al enemigo político.

El caso es que,vivos o muertos, estas personas parecen valer poco, o en todo caso su valor se eleva sólo hasta el tamaño del problema que puedan suponer para nosotros. Diariamente ocurren a las puertas de la Europa cristiana y humanista infames tragedias como las de la frontera de Melilla, algo que un indiferente Pedro Sánchez despachó como "un asunto bien resuelto" aunque luego rectificara de manera poco creíble, que el ala de Podemos no se ha atrevido a atacar con contundencia y que la oposición ha querido usar como arma política. Una vergüenza que no queremos afrontar, ni siquiera en estos días en los que conmemoramos los 2022 años del nacimiento de un niño al que nadie quiso dar cobijo y luego convertimos en nuestro dios.

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