Será que soy una arpía de las uñas al pico, sin una pizca de polvo de unicornio en su corazón. Porque cuando me señalan a un señor de bien acudiendo a misa con testuz reverencial, defendiendo els valors y hablando místicamente de patria y territorio, no pienso: "Anda, un anarco radical". Mi conclusión es: "Anda, un carlista". Que mi abuela me cantaba la marcha de Oriamendi, lo sé bien. El posmodernismo resbala por mis plumas impermeables y soy incapaz de asumir otra cosa que lo que veo. Costumbre que, en efecto, sí ha calado en muchos campos de arcoiris y piruleta. Muy bien. Si dicen que izquierda, pues izquierda. Si dicen que oprimidos, pues oprimidos. Si dicen que revolución de las sonrisas, pues sonrisas. Sea. Desde el materialismo más rancio, propongo: que se calculen los réditos por fuerza de trabajo que andaluces y extremeños han procurado en la tierra de promisión. Y se pague. Deuda lista. Sois libres. Sea.

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