Los partidos llaman primarias a lo que son asambleas de militantes. En nada se parecen a ese acto de democracia a la que se someten los políticos en los EEUU y que han incorporado los partidos de izquierda Italia y Francia. Lo que en España se llama primarias es otra cosa. PSOE: se convoca a los militantes a las sedes para que voten unas papeletas que les dan, previamente marcadas, los líderes locales de turno siguiendo las indicaciones de sus homónimos provinciales que a su vez siguen consignas de Sevilla (o Madrid). Asambleas compuestas por hijos, nueras, yernos, cuñados, primos, sobrinos, vecinos y demás que son acarreados para votar lo que conviene en cada momento. Luego se explica con voz engolada el resultado habido y se reclama desde Triana, por ejemplo : tomo nota. Dicho lo cual, hay actuaciones peores. En Vox no se sabe ni quién toma las decisiones, total a ellos les gustan las dictaduras sangrientas para qué utilizar un procedimiento democrático. En el PP lo deciden tres en la calle Génova y se lo cuentan a los conmilitones en las provincias, lo que produce aberraciones como un pastor evangélico de Huelva o Ramoní, famoso por el despilfarro de dinero público en Aguas de Cádiz. Hay miles de víctimas pero Juan José Cortés se prodigó por las televisiones cada vez que había un suceso lo que le ha convertido en famoso, mientras que Ramoní es amigo de Antonio Sanz, razón suficiente, por lo que se ve. En Podemos de Cádiz no ha habido ni primarias ni votación de afiliados ni el mamarracho ese de "los inscritos y las inscritas" por el que el Marqués de Galapagar santificó su mansión. Ni una votación, ni un debate , ni una asamblea. El viernes convocan a la peña para comunicarles el resultado donde acaba la mujer del comparsista, los asesores del alcalde y el perito de Arte y Naturaleza.

El colmo es el Clan de la Manzanilla, los joyeros y las dependientas de la joyería, que tienen una borrachera de poder tal que actúan con soberbia despreciando el trabajo de los dos concejales de Ciudadanos en Cádiz . Yo comprendo que en política trabajar, ser competente, esforzarse, ser honrado, tener un buen curriculum, no sirve para nada. Buenos parlamentarios se iban por el sumidero como Salvador de la Encina y Juan Carlos Campo mientras casi se salvan Paco Cabaña y Mirian Alconchel, por el único motivo de ser adeptos al poder sevillano. Así se hace ahora la política. Luego alguien se extraña de que miremos con escepticismo a los dirigentes.

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