El selfie de la Reina

quizás sea esto lo buscado, utilizar el selfie de la reina para seguir socavando los cimientos de nuestra Constitución y del actual sistema democrático, empezando por el poder judicial y acabando por la Monarquía

Me aparece en X, un retrato de la Reina Letizia, un selfie, donde destaca el flash de un teléfono -¿un Nokia?- y una pashmina negra. Su rostro, como siempre, es enigmático. No diría que bello o ajado, pero sí misterioso. Pulso sobre el texto, leo, releo y vuelvo a leer, investigo, miro los comentarios, las repeticiones, localizo al dueño de la cuenta de la que procede todo. Lo veo a saltos, de adelante hacia atrás, y encajo el puzzle en mi cabeza, pieza a pieza, tuit a tuit. Un señor que de señor tiene menos que nada confiesa haber sido pareja, amigo, amante y cuñado, no necesariamente por ese orden de la esposa de Felipe VI.

Pareja, amigo, amante y cuñado de la misma Reina Letizia que mira a alguien desde la imagen rebotada de un selfie procedente de un Nokia que, según he visto en otro lado también, resulta ser una imagen retocada o modificada, quizás por IA. El tipo hace precisiones a la prensa, aclara cosas de un libro realizado o firmado por Jaime Peñafiel, niega ser parte de un plan de promoción por la vía del escándalo. ¿Y a quién coño le importa?

Como ciudadano, puede interesarme la estabilidad de la jefatura del Estado, si es que la monogamia puede afectar a la misma -cosa que la historia ha demostrado resultar irrelevante-, pero como abogado y articulista no puedo sino preocuparme. Hay que plantearse por qué se dicen estas cosas -sean verdad o infamias- precisamente en este momento, y qué es lo que busca el ex cuñado precisamente ahora. Sí, he dicho precisamente dos veces, demándenme. ¿Demandará Letizia por vulneración del derecho al honor al tuitero, con alma de poeta? Si no lo hace, dará por buena la versión, en mi opinión. Pero, repito, ¿a quién le importa?

Si Letizia no fuera Letizia estaríamos ante una mujer expuesta al oprobio público, a un sanedrín de cotorras en un país de porteras -Miguel Boyer dixit- que invierte su tiempo de asueto o de trabajo en descubrir si el rey tiene corona con púas o con cuernos; si la mala de la película que dicen cogió por banda no hace mucho a Pedro Sánchez en una comida oficial y le cantó las cuarenta, es infiel o promiscua o si se iba a divorciar e irse a vivir a Nueva York con su ex cuñado. Y si Letizia no fuera Letizia todos estaríamos de acuerdo en que el hecho realizado por el interfecto es ignominioso.

No diré que sea violencia de género porque para determinar este hecho la ley exige la preexistencia de una relación sentimental entre las partes, pero que un tipo que habrá cumplido ya los cincuenta se ponga a imitar al irritado Catulo del odi et amo, afectando al honor y humillando a la reina de España, debe causarle un justo perjuicio conforme a derecho. Eso sí, los republicanos y antimonárquicos pondrán en marcha la máquina de realización de memes y los humoristas se solazarán más allá del affaire de Shakira y Piqué. Y quizás sea esto lo buscado, utilizar el selfie de la reina para seguir socavando los cimientos de nuestra Constitución y del actual sistema democrático, empezando por el poder judicial y acabando por la Monarquía. O, simplemente, persigue advertir, como sinónimo de amenazar. Preguntémonos por qué.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios