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Lebron James

Estamos disfrutando de los últimos años de un tipo único que, probablemente, haya cambiado el juego, mejorando sus puntos débiles años tras año

Lo odiaba. Cómo y de qué manera lo hacía. Y tanto, además. Yo era seguidor irredento de Kobe Bryant, que tenía un año menos que yo, y Lebron James, alias “el Rey”, alias “el elegido”, llegó a la NBA a los dieciocho años con un impulso mediático descomunal. Se trataba de un alero ultra-atlético con estatura de pívot y musculatura de culturista capaz de saltar, correr, pasar, machacar y destrozar a sus oponentes. La verdad es que le costó llegar al Olimpo y la culpa la tuvieron mis Lakers, los Celtics y, sobre todo, los San Antonio Spurs de Duncan, Parker y Ginobili y los Golden State Warriors de Stephen Curry, Thompson y Green, sus verdaderos verdugos.

Pero James, del que se burlaban llamándolo LeGM (General Manager), fue adhiriendo a jugadores top a las franquicias en las que militó: Cleveland Cavaliers, Miami Heat, otra vez Cavaliers y, por último, Los Angeles Lakers post-Kobe. En veinte años de carrera ha jugado innumerables finales consecutivas de la NBA pero sólo ha conseguido cuatro anillos de campeón. Menos que Bryant, Jordan y… Robert Horry.

Sin embargo, la carrera de "King" James ha resultado ser un prodigio de fortaleza, longevidad y éxitos. En la presente temporada, con treinta y nueve años recién cumplidos, está promediando unos números impresionantes para cualquier jugador, y mucho más para un pre-jubilado de la liga americana: 25 puntos, 7 rebotes y 8 asistencias por partido. Con números inferiores ha habido una pléyade de jugadores que han ganado el MVP, el premio al mejor jugador de la temporada. Sin embargo, los Lakers van bien, pero los lastran las lesiones, y les cuesta alcanzar los puestos de play-off de clasificación directa. La pareja estelar de Lebron en el equipo angelino es el pívot Anthony Davis, un hombre de cristal, de Bohemia, pero de cristal a fin de cuentas, que este año está rindiendo al máximo nivel. Antes que con él, en otros equipos, James compartió vestuario con leyendas de la liga como O´Neal, Wade, Bosh, Allen, Irving, Love, Jason Williams, Gary Payton o Dwight Howard. Eso se le criticó gravemente, su capacidad innata para sumar a sus proyectos de equipo a grandes jugadores en mayor o menor declive de sus carreras, buscando el anillo de campeón de la NBA.

Lebron James ha conseguido pasar a la historia del baloncesto, situándose en este círculo cerrado que incluye a los jugadores más importantes de todos los tiempos: Magic, Kareem, Jordan, Bird, Duncan, Kobe y Shaq y superándolos en un punto fundamental. El veterano jugador alcanzó en la madrugada del viernes al sábado la cifra de cuarenta mil puntos anotados en la NBA, un número al que ningún jugador consiguió jamás acercarse. Además, a ello se le suman más de diez mil rebotes y diez mil asistencias durante su carrera. El único triple doble histórico de este estilo que se ha logrado.

Estamos disfrutando de los últimos años de un tipo único que, probablemente, haya cambiado el juego, mejorando sus puntos débiles años tras año. Un físico privilegiado y un altísimo IQ baloncestístico, sumados a un espíritu ganador indomable que han sido un gran ejemplo para los jóvenes jugadores de todo el planeta. Y yo lo odiaba, la verdad. Hasta que lo ficharon los Lakers, claro. Ahí empezó ya a caerme un poco mejor el padre de Bronny James.

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