Antonio Morillo Crespo

El quinto Evangelio ...

La Corredera

30 de abril 2025 - 03:06

Después de la Semana Santa, en honor y gloria de Jesucristo, Dios pero hombre también. Y el hombre más importante en la historia de la humanidad. Más valiente, generoso, intrépido, valiente y entusiasta de cuantos grandes personajes han existid, Colón, Cesar, Felipe II, Pompeyo, El Mío Cid, Napoleón, etc, etc. Semana Santa en su honor con procesiones, músicas, flores, multitudes, todo en su honor y gloria. Y pasada esta Semana Santa nos enteramos, de que en vez de cuatro evangelios, hay cinco. Yo estoy loco, pero loco de remate y lo que sueño lo creo que es verdad y no me privo de hacerlo público.

Evangelistas eran Marcos, Mateo, Lucas y Juan, con textos escritos entre el año 71 y 90 d.C. Y resulta que ha aparecido otro más en las Cuevas de Aumran, mismo sitio donde aparecieron antes los manuscritos del Mar Muerto. Yo en mi locura, ya dicha, os lo cuento. Si son verdad, pues mejor, no pasa nada. Es un sueño, que ojalá hubiera ocurrido.

Jesucristo pretendió modernizar o superar las prescripciones del antiguo Judaísmo: las abluciones antes de las comidas, o el ayuno absoluto antes del sábado y con ello se ganó la antipatía de muchos sumos sacerdotes y escribas. Decía a sus discípulos “pronto llegará un tiempo ideal y liberal y de libertad en el que no habrá pobreza ni violencia ni nada que denigre la condición humana” (lo mismo que luego en 1789 decretó la Revolución Francesa). Esto y sus predicaciones hicieron que entre los judíos puritanos y los romanos allí imperantes en la Galilea le llevaran a Caifás, que le castigó y le mandó al gobernador romano Poncio Pilatos. Este, engreído y chulo, lo entregó a la plebe y a los romanos para que lo crucificaran. Pero antes, le escupieron, abofetearon, le azotaron, como cualquier malhechor canalla. Jesucristo aguantó y eso que tenía el poder de ser Dios, pero fue íntegro y valeroso.

En el Huerto de los Olivos, le rodearon y le machacaron vivo y el único que le auxilió y defendió fue Pedro, que se atrevió hasta cortarle la oreja a uno de los malvados atacantes, etc.

Total, que le llevaron a crucificar, cuesta arriba con la cruz a cuestas y una multitud enardecida achuchándole e insultándole. El pobre Cirineo, que le echó una mano y las mujeres, entre ellas nada menos que la Virgen María llorando en sus cercanías, de las maldades y tormentos que le proferían. Y todo entre los romanos, que eran los verdaderos culpables del magnicidio y rodeaban el espectáculo martirizante. Y aquí viene lo nuevo del reciente Evangelio citado, que es nuevo y del nada se sabía.

De pronto apareció por allí un Tercio de la Legión (pululaban por aquellos contornos) con todo su armamento, sus uniformes, sus gorras, sus machetes y sus fusiles. Y aquello fue Troya, empezaron a dar leña y más leña a los soldados romanos, de manera que cada romano rodó por el suelo hecho una piltrafa y no quedó títere con cabeza. La muchedumbre huyó espantada y Jesucristo quedó completamente a salvo con Pedro y algún que otro discípulo.

¿Y qué pasó después? Pues que en el Sanedrín y compañía se acobardaron, porque los romanos que actuaban tela marinera estaban liquidados. Imagínense ustedes el espectáculo. Cambiaron las tornas totalmente. Jesús no dijo ni pío. Y pasados unos días, se fueron al monte Tabor y Él ascendió a los cielos puro y salvo. Así termina este quinto Evangelio.

P.D. ¿Te lo crees? Yo lo he soñado y como tal sueño, ojalá hubiera ocurrido. Jesús el mayor héroe de la historia humana, terminó entre nosotros justamente y en paz. Fin de la crónica.

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