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Crucifixión. Castigo. Muerte. ¿Cómo era la Cruz? Cuando excavaban una tumba en Israel, tras la guerra de los seis días, apareció un clavo doblado y retorcido, procedente de un tal Jehohanan, quien, cuando fue desclavado, ya muerto, sus familiares no fueron capaces de retirar el clavo que atravesaba uno de sus talones y que, según los médicos que examinaron sus restos, en realidad fijó los dos pies a un duro madero de olivo.

El doctor Nico Haas, anatomista y antropólogo de la Universidad Hebrea-Escuela de Medicina Hadassah, observó además marcas en los huesos de los brazos que interpretó como el rastro dejado por los clavos que atravesaron los antebrazos, no las manos, de Jehohanan, para fijarlos al madero transversal o patibulum que completaba su cruz. El arqueólogo griego Vassilios Tzaferis reunía un clavo de 18 centímetros de largo atado a un pedazo de madera de olivo, que había formado parte de una cruz donde un hombre fue colgado hasta morir. Tzaferis y sus colaboradores concluyeron que Jehohanan había sido ejecutado en una cruz baja, a la altura del propio reo, con los dos talones atravesados por un solo clavo que entró por el pie derecho al frente del madero, las piernas flexionadas y giradas hacia su lado izquierdo, con los antebrazos clavados al travesaño de la cruz. Además, le habían partido las piernas para acelerar la muerte, que en los crucificados, flagelados y atormentados de diversas maneras como preámbulo a su ejecución, se producía por agotamiento y asfixia. El horror se manifiesta puro, terrible, inmisericorde. El dolor, atroz, los desmayaría y la asfixia andaría la pausa de los trastiempos de la muerte, que es toda agonía.

Existen otros clavos, controvertidos clavos, uno hallado en un osario de la familia del sumo sacerdote Caifás, y el otro en el suelo de tumba. La polémica está en el no reconocimiento de los mismos, sabemos que según la Mishna, existían personas que coleccionaban los clavos de las crucifixiones como amuletos y para realizar curaciones mágicas.

La gente suma dos y dos, tumba de Caifás, clavos, crucifixión de Cristo, tumba de Caifás. No obstante, tras su análisis, a los investigadores le sorprendió descubrir astillas finas de madera de unos 2 cm. de largo en ambos clavos y también cantidades muy pronunciadas de materiales orgánicos iguales a los identificados en la tumba de los osarios. "Incluyen astillas de microhuesos, esporangios de hongos, al menos dos formas dominantes de esporas y tubos de filamentos relacionados, como esporangióforos e hifas", especificaron. La madera fue identificada como cedro. Pero lo más importante es que al comparar lo encontrado en los clavos con la bioactividad de otras tumbas y osarios, no identificaron ninguna especie fúngica o bacteriana o biodegradación del tipo que observamos en la tumba de Caifás y en los dos clavos. Lo que los vinculaba a la tumba del sumo sacerdote. La cruz era la pena de muerte destinada a esclavos, ladrones y rebeldes.

Sueño siempre con la puerta de Efraín en Jerusalén, la que daba al Gólgota, y siempre me impacta el grupo que iba hacia el suplicio. Veo a Jesús sostenido por dos lacayos, casi arrastrando y a Simón de Sirene detrás, con el patibulum. Y la oscuridad y los temblores de tierra. Y la muerte de aquel hombre que hoy es Dios y Religión y, entonces, algo menos que un esclavo. Miremos pues, por las calles de nuestra isla, la pasión que nos llega, con más amor cuanto más se comprende su ignominia.

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