Análisis

aNA SOFÍA PÉREZ- BUSTAMANTE

¿Te prostituyes o trabajas?

Se discute estos días si conviene regularizar la prostitución considerándola como un trabajo, abolirla considerándola esclavitud o dejarla en terreno de nadie: alegal. Hay sectores partidarios de la despenalización porque así se ofrece amparo legal a la persona que se gana la vida con su desempeño.

El modelo legalista es el que han adoptado Holanda y Alemania: las prostitutas (nacionales) pagan sus impuestos y perciben prestaciones del Estado. Los detractores de esta política argumentan que con ella el trabajo sexual se ha banalizado y a las mujeres se las cosifica con mayor brutalidad: tarifas planas, kits que incluyen bocadillo y cerveza, consignas de que "el cliente siempre tiene razón", escalada de fantasías aberrantes.

Con la legalización florece la trata porque cualquier mercado se basa en la mediación y legalizar a los sindicatos de trabajadores conduce a legalizar a la patronal, constituida mayormente por delincuentes.

La posición feminista, con Suecia como modelo, es que la prostitución siempre envilece y perjudica sobre todo a la mujer: nadie vende su cuerpo si no es obligado, por coacción o por necesidad (la pobreza es un tipo de violencia). Suecia se enorgullece de haber disminuido la oferta persiguiendo la demanda: penaliza al cliente y reinserta a las prostitutas en otros sectores laborales.

Sus detractores, en cambio, estiman que en Suecia lo que ha ocurrido es una clandestinización, disfrazada con palabras como escort. Tal vez se puede seguir distinguiendo entre trabajo y esclavitud. Trabajo es "una actividad, generalmente profesional y remunerada, a la que alguien se dedica".

El trabajo sexual puede ser un trabajo legal si se inscribe en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Si respeta el artículo 3: todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona. El 4: nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre. El 5: nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Y el 6: todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica. No sé si sería posible hilar legalmente más fino. Y hacer aplicar una ley que no fuera injusta.

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