
El Alambique
Libertad Paloma
La PAU
Tribuna Económica
LA agencia de calificación Moody’s reducía la calificación de la deuda pública americana desde Aaaa hasta Aa1. Era un toque de atención al gobierno de EE.UU. y a los inversores. Durante décadas la deuda pública americana ha crecido sin límite, ante una demanda internacional de activos en dólares inagotable. Esto ha sido posible por el papel del dólar como reserva internacional y divisa transaccional. El crecimiento de EE. UU. ha sido posible gracias a la inmensa liquidez que le ha proporcionado el resto del mundo. Pero todo esto tiene un límite: la sostenibilidad de la deuda. La rebaja de Moody’s es un toque de atención al gobierno de Trump y a los mercados. Tras la rebaja de calificación de Moody’s el precio de los bonos a 10 años bajaba y la rentabilidad (el costo de financiación) se disparaba hasta el 4,42%, el bono a 30 años superaba el 5%. La deuda pública de EE. UU. alcanza la estratosférica cifra de 36 billones de dólares el 124% del PIB. Si no se hacen reformas profundas, esta podría alcanzar el 155% del PIB en 2055.
Ante la evolución imparable de la deuda ¿es sostenible la política fiscal de EE.UU.? A corto plazo es posible. El problema es a largo plazo. El mensaje de Moody’s a los mercados es sobre la escasa credibilidad financiera de EE.UU y de las políticas de Trump. Un síntoma de la pérdida de confianza en los activos financieros de EE.UU se refleja en el requerimiento de una rentabilidad más alta exigida por los inversores. El pago de intereses a la que tiene que hacer frente EE. UU. anualmente para financiar su deuda es de 1,2 billones de dólares, superior al presupuesto de defensa.
Pero el problema no es el tamaño de la deuda es más la incapacidad del gobierno de Trump para reducirla. Mas de 75% la deuda pública americana está ligada a la financiación de gastos estructurales como la seguridad social, que ni Trump, ni ningún político se atreven a tocar por su valor estratégico en votos. La pregunta que se hacen los mercados es “¿cómo va a reducir Trump la deuda?”, tras haber fracasado Elon Musk y su departamento de eficiencia en la reducción de gasto público, además de haber prometido una reducción de impuestos.
La pérdida de confianza es inevitable. Los inversores internacionales empiezan a diversificar sus carteras, huyendo de los activos financieros en dólares y refugiándose en el oro y activos financieros europeos como el bono alemán o suizo. El precio del oro se ha disparado. Trump se enfrenta a una pérdida de confianza creciente: primero de sus votantes que ven que sus promesas no se están cumpliendo. A pesar de la moderación de la inflación, los precios siguen subiendo, y los salarios reales estancados. Los tipos de interés siguen muy altos, encareciendo la financiación de los ciudadanos y de las empresas. El encarecimiento de los bonos a largo plazo se traslada al costo de financiación de la vivienda erosionando la capacidad de los ciudadanos para acceder a ella. La política arancelaria no está dando los resultados prometidos por Trump. La credibilidad de Trump se desmorona.
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