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Una enfermedad definida en dos palabras, retinosis pigmentaria, ha marcado el devenir de Paqui Ayllón García, quien refleja en La lectora ciega (La Esfera de los Libros) lo que ella misma define como “la crónica de un proceso de superación personal”.

Es un volumen duro en cuanto la autora narra con detalle su progresiva pérdida del sentido de la vista, desarrollo cuya duración tras el diagnóstico, formulado cuando ella tenía veintitrés años, ignoraba y que se extiende casi veinte, aunque reconoce que, sin alcanzar tanta trascendencia, no vio bien “desde muy pequeña”.

El texto impresiona por la sinceridad con que Paqui lo aborda, refiriendo sus dificultades para obtener el carnet de conducir, cuando aún desconocía el origen del problema, las angustias pasadas hasta que sus síntomas se definieron bajo un nombre y en el creciente avance de la patología, cómo su pasión por el trabajo de enfermera resistió ocho años al infatigable aumento de la sombra o el hondo cuadro depresivo que tuvo que vencer cuando le concedieron la incapacidad laboral absoluta, dictamen al que se resistió pero contra el que ya no era posible luchar.

Paqui Ayllón García señala que ha querido escribir este volumen para, entre otras cosas, “ayudar a las personas que atraviesan una situación de ceguera sobrevenida” y “recaudar fondos para proyectos de investigación”. Motivos más que suficientes para adquirirlo y a los que se suma la posibilidad de adentrarse en unas páginas conmovedoramente humanas, en las que una persona narra cómo ha tenido que sobreponerse a una cruel dolencia, desarrollando destrezas, apoyándose en su familia o estableciendo una relación singular con un perro guía, Meadow.

La lectora ciega es el sobrecogedor canto de quien, pese a la maldita retinosis pigmentaria, sabe que la vida es una luz que hay que intentar desvelar por todos los medios y que una de las formas de dotar de claridad a la existencia consiste en la vocación hacia los demás, una vocación que comenzó con la enfermería y que, derrotada por la ceguera, pero animada por la pasión hacia los libros, desemboca en el voluntariado lector.

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