El gran carajal

Virtualmente todos estaban en su derecho, otra cosa distinta son las posibilidades

30 de noviembre 2019 - 01:35

Conste, he mirado en el diccionario para ver si el término había sido admitido por la RAE. Y sí, haciendo honor al que existe en la docta casa, carajal figura como embrollo o confusión y, parece ser que, pese a que el vocablo procede de carajo, no es ni siquiera palabra mal sonante, sino síntesis de una situación en donde nadie se entiende; como en España, por ejemplo.

Pues de eso va la cosa: de que no nos ponemos de acuerdo ni para aclarar quiénes son los buenos ni quiénes los malos. Metafísicamente hablando tampoco está claro si eso del bien común también es un relativismo. Por cierto, la ciencia ya ha demostrado que la "realidad objetiva"no existe, por tanto abundando en el relativismo me inclino a creer que hasta la pobreza lo es, y en muchos casos ya hay quien admite que tener alpargatas para todos se convierte en una conquista social. El socialismo, en su esencia, trata de eso, se contenta con eso: repartir el hambre equitativamente. La riqueza, como su nombre indica, es cosa de ricos, lagarto, lagarto, todos sospechosos a los que ni siquiera se les concede la condición de presuntos a pesar de que, para los bien situados dentro de la casta, enriquecerse sea su mayor obsesión, su única meta.

Mirando hacia atrás sin ira, ya durante el franquismo se empezaron a sublevar las masas obreras y campesinas a las que espontánea y súbitamente se les antojó llevar corbata como signo de bienestar. ¡Qué atrevimiento!, dijeron las recalcitrantes clases medias. Parece ser que nadie advirtió que el gran error que se cometía no era llevar corbata, sino entrar en las fauces del consumismo, esto es, empeñarse en vida para conseguir la corbata, el sofá de skay, el mueble-bar, el seiscientos… ¡Todos tienen derecho, coño! -se decía-. Naturalmente, y la libertad de vivir entrampado con tal de celebrar un bautizo, una boda, una comunión por todo lo alto. De ahí a las vacaciones y los cruceros fue camino trillado: virtualmente todos estaban en su derecho, otra cosa distinta son las posibilidades.

Se había superado el hambre con la conquista de la tarjeta de crédito cuyos intereses nadie recortó para impedir que la banca se convirtiera en la mayor de las dictaduras habidas y por haber, precisamente esa banca que los populistas modernos quieren nacionalizar para presumir después de conquista social. ¡Con lo bien que le viene a la Banca que la recatemos los ciudadanos de cuando en cuando! En una década ya nos ha costado 80.500 millones de euros de los cuales, en el mejor de los casos, serán recuperables el 18% en no se sabe cuánto tiempo. Si a esto sumamos la deuda pública, que ampliamente supera el billón, más el aumento progresivo del gasto público, el endeudamiento privado viene a ser el chocolate del loro.

Bueno, pues si esto no es un carajal, dígame cómo le llamamos a esta situación. ¿Acoso y derribo?

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