Análisis

Gumersindo Ruiz

Por qué hay tanta gente que no vota

Las causas que llevan a no votar pueden resumirse como sigue. Hay quienes tienen dificultades por ocupaciones, enfermedad, viajes, compromisos, o no les compensa el esfuerzo de moverse; en España es muy fácil votar porque tenemos muchísimas mesas electorales y el sistema es limpio, salvo anécdotas en poblaciones pequeñas, que se cuentan con los dedos de una mano y sobran. Algunos estudios muestran que personas con bajas rentas o en desempleo, y jóvenes, votan menos porque no creen que su situación vaya a mejorar, lo cual se da más en hombres que en mujeres. También hay quiénes no encuentran el candidato perfecto, y eligen no votar o votar en blanco. Esta desafección se complementa con los que no creen que su voto vaya a tener utilidad. Otros se dejan llevar por las encuestas, y si dan por perdida una causa no votan a nadie cuando el preferido es un probable perdedor. Los pactos poselectorales están a veces por encima de las decisiones de los votantes, y a quienes no les gustaron los anteriores, no votan en las siguientes. Las campañas de desacreditación y desinformación, bulos, meter temas extraños a lo que se está votando, todo ese ruido aleja posibles votantes. He visto distintos trabajos que miden entre un 15% y un 20% el conjunto de estas causas, pero nadie llega a explicar que más del 35% del electorado no vote. La cuestión es que un político que obtenga incluso el 50% de los votos con un 65% de participación, debería tener siempre presente en su pensamiento y en sus actos que 68 de cada 100 electores no lo han elegido.

Meredith Somers escribe sobre el fallecimiento del profesor del MIT Sloan, el ingeniero chileno Arnoldo Hax , famoso por el Delta Model donde propone y cuantifica que la estrategia de la empresa no debe ser la guerra contra la competencia, sino el amor del cliente, incluyendo también a los proveedores. Para Hax el producto como tal sólo existe para los que son poco imaginativos, y hay que trabajar en analizar tipos de clientes y el valor que añaden. La empresa es para él capacidad de hacer, y la planificación un diálogo dentro de la empresa, donde la analítica de datos es esencial y la experimentación algo crucial. A esta propuesta de conocimiento se oponen en su opinión dos ideas nefastas: “El cliente siempre tiene razón”, y “ya sé lo que el cliente necesita y cómo satisfacerlo”. Como toda propuesta de gestión empresarial que destaca un aspecto sobre otros, resulta limitada y no es generalizable para todo tipo de empresas y situaciones; también se le discute si tanta fijación en el cliente entra en conflicto con los proveedores, o con el interés de una parte de la empresa como son los trabajadores.

Volviendo a los votantes, y con las ideas de Arnoldo Hax en mente, aunque me resisto a la comparación fácil entre cliente y votante de un partido como marca, no puedo evitar pensar que más que una guerra entre partidos, en las elecciones se debería buscar la satisfacción del mayor número posible de votantes, de esta manera se valoraría más el propósito positivo que el negativo, y llevaría más gente a votar. La apatía hacia el voto es un fracaso, un mal social, y la fe en que el proceso democrático importa es una responsabilidad de los que pierden y de los que ganan.

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