El Alambique
Belén Domínguez
Breve
Si quieres saber lo que es el Dolor, esta es tu oportunidad: Solicita una subvención. (Nota: Este texto es solo apto para la gente del común, no para profesionales del tema, ¿ok?). Primero, redacta un proyecto de manera bonita, de lo que sea. Se supone que debes saber que la subvención te la dan para hacer algo concreto y bonito, ¿sí? Ahora, pertréchate de todos los papeles importantes que hayas ido acumulando en el cajón en los últimos lustros, incluidos los certificados de cursos de veinte horas que crees que no sirven y las facturas del aparcacoches del centro, por si acaso. Haz varias fotocopias (muchas en verdad) de todos tus carnés de identidades e informes médicos. Luego, escanéalo todo, como puedas. Si no sabes escanear, no te preocupes; siempre hay alguien que sabe escanear como dios cerca de ti. Guarda bien todo este jolgorio documental. Si no lo haces, el dolor te llegará antes, pero no será el Dolor Dolor de verdad –que ese llega al final.
Damos por hecho que ya te has sacado el certificado digital, cuya obtención ya es una especie de prueba de dolor, un entrenamiento para lo que viene. Ahora navega y navega por el mundo cibernético hasta encontrar, con mucha paciencia, el lugar donde aportar y subir la furibunda documentación recopilada. Cuando le des a firmar, respira. El dolor comienza días después: cuando te digan que estás en lista de espera. Que ya veremos. Cuando te la concedan, tendrás que correr para aportar la memoria, es decir todo lo que has hecho concretamente, paso a paso, cada gota de sudor gastada con sus correspondientes recibos. No te olvides nada. Cuando admitan todo (siempre hay algún contratiempo, un error, un virus), te enviarán un correo electrónico repugnantemente mal escrito, sin comas ni tildes, reconociendo que hay un problema y que, finalmente, no te pueden adjudicar la subvención. Y entonces: el Dolor. Es el dolor del tiempo, del esfuerzo, de la avaricia. Y es el dolor (puedes gritar mientras) que te ayudará a mandar todo a tomar por.
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