
El Alambique
Libertad Paloma
La PAU
Balas de plata
Creo que ha quedado claro el Eurotongo. El posicionamiento pro-palestino de RTVE y el gobierno español ha provocado un serio castigo a Melody en las votaciones de la mayoría de los países, y el posterior efecto pro-israelí en el televoto acabó de enterrarla. Ayer, treinta y siete puntos. Hoy, vemos, ufanos, a los ministros y afines de Sánchez sintiéndose orgullosos del posicionamiento con los gazatíes y asumiendo como buenas las repercusiones.
Pero nadie le dijo a Melody que todo el trabajo, el esfuerzo y la ilusión aportados por ella en una intervención realmente primorosa, de diva al máximo nivel, iban a irse por el euro-retrete como consecuencia del deseo de politizar un evento que se determina apolítico, aunque no acabe de serlo del todo. Según nos cuentan, RTVE solicitó la exclusión de Israel del concurso musical. Tras eso, en las semifinales, nuestros comentaristas dejaron caer varias píldoras, empezando por Tony Aguilar, legendario locutor de Los 40 de la Cadena Ser, hoy integrado en RTVE. Ante la amenaza de la organización de multar a RTVE si persistían los comentarios de tipo político sobre el conflicto judeo-palestino, ¿cuál fue la respuesta? Un texto de letras blancas sobre fondo negro reincidiendo en lo mismo.
Aparte de lo que supone de por sí habitualmente la noche eurovisiva (los concursantes frikis, los países vecinos que se votan mutuamente y los que, como Francia o Portugal, suelen castigarnos), la pobre Melody tuvo que enfrentarse al emponzoñamiento que la política hace de todo y a la vieja componenda del sujétame el cubata. Normal que la genial cantante de Dos Hermanas, tras una interpretación espectacular, sacara la diva que lleva dentro, heredera de la Piquer, Lola Flores, Rocío Jurado o Isabel Pantoja, y liara la grande en su camerino: pleno de gritos y lágrimas.
Porque la diva es poderosa hasta que le joden un excelso trabajo de muchos meses por meterse en una polémica a la que nadie nos había invitado, por muy justa que nos pudiera parecer. Entonces la diva es valiente, saca ovarios, se rebota, se acuerda de la ristra de antepasados del culpable, se marcha a Sevilla y cancela las citas posteurovisivas y con la televisión pública, sabedora de que recibe una puntuación ridícula en vez de la gloria que merecía.
En este barullo inmisericorde entre pro israelitas y pro palestinos que no va a solucionar el antiguo conflicto bélico internacional, la perjudicada fue la cantante española. Una diva sabe superarlo, pero la rabia y el dolor están ahí y no desaparecen con facilidad.
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