Autocrítica

El Alambique

07 de junio 2025 - 07:00

Con el reposo de los días posteriores a la Feria, guardadas las flores, trajes y mantoncillos, me ha quedado este año un regusto raro. En principio el culpable de no haberla disfrutado del todo ha sido el calor, insufrible durante varios días a pesar del aire acondicionado de muchas casetas. Ese levante, esas temperaturas y ese cielo tocado de calima… probablemente han sido algunos de los responsables de que el recinto ferial no estuviera tan concurrido como otras veces. Pero creo que no ha sido solo eso. La cercanía de la de Jerez, la coincidencia con la de Sanlúcar y ciertas nuevas maneras de vivir la Feria quizás tengan también mucho que ver.

De estas novedades, hay una en concreto que me resulta antipática: la imposición de tener que sentarse a comer. Es la dictadura del catering. Y lo entiendo, eh. Si se ha cogido una caseta para sacar dinero, lo normal es que se intente. Pero de ahí a que esta circunstancia marque el ritmo cambiando la manera de divertirse… Ya apenas quedan opciones de comer en barra, de tapear mientras se baila de vez en cuando; la música incluso desaparece y las mesas siguen ocupadas hasta las 6, hora en que comienzan los grupos en directo; tras las actuaciones se comienza de nuevo a reducir el espacio de baile para volver a colocar las mesas para la cena… Vamos, que para poder bailar una sevillana hay que currárselo bastante. Me incomoda. Demasiada rigidez.

Y puestos a sacarle punta a todo ¿no se podría replantear la entrada de manera que la portada coincida con uno de los accesos? La situación es tan absurda que el sábado por la noche nos encontramos con un grupo de señoras en la oscuridad del otro lado de la carretera, rodeadas de vallas y de tráfico, que miraban la portada a la izquierda y la rotonda a la derecha y preguntaban a quienes pasaban “pero ¿cómo se entra en la Feria?” .

En fin, que lo hemos pasado bien, pero que quizás no venga mal hacer un poco de balance para pasarlo mejor el año que viene ¿no?

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