Rocío Monasterio, arquitecta de día y política por la tarde de ese partido-diccionario, es una amante de las sopas de letras, pero la vamos a convidar a unos pollitos picantones.
Y es que su familia introdujo la franquicia del Kentucky Fried Chicken (conocida como KFC) en España. Y si Eugenio Espinosa de los Monteros, tío abuelo de su marido, quien acompañó a Franco a Hendaya en la famosa entrevista con Hitler levantara la cabeza, se apuntaba la cuchipanda.
Partimos un kilo de pechugas y muslos de picantones en trozos pequeños que volcamos en un cuenco, con los dientes de ajo que dan una cabeza pensante como la de Rocío; añadimos sal y 2 guindilla y los cubrimos con media botella de vino amontillado de Jerez; lo dejamos reposar en el frigorífico durante 24 horas, mientras nos preguntamos si es verdad que dijo aquello de que "las mujeres no se atreven a salir a la calle por los inmigrantes ilegales". Competencia directa al pollo crujiente del KFC.
Dejamos escurrir los trozos de pollo, conservando los ajos y freímos en abundante aceite caliente -o en una rustidera con solo una cucharada de aceite para los más saludables- escurrimos y servimos calentito. Y que mejor acompañamiento al pollo a la canilla, que un arroz a la cubana, dado el nacimiento de Rocío en la isla caribeña. Como asegura Andrés Villena, doctor en sociología "la ultraderecha en España 'se introduce por el pollo'". Todo un 'pollogate'.
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