Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Ya nos hablaba Pío Baroja que cuando paseaba por El Puerto en algunas de las ocasiones que nos visitó, recorría varias veces el Vergel, la Victoria, el parque de María Cristina, decía, y la Plaza del Polvorista; que contemplaba las paredes de la Prioral y del castillo de San Marcos; que iba y venía por las calles anchas, por las casas barrocas, encaladas, con rejas, ventanas y puertas verdes; y que se acercaba a los miradores donde cosía o bordaba alguna muchachita. Eran, fueron, parte de sus momentos entre nosotros.

Juan Ramón Jiménez, el poeta de Moguer, que además del cariño y el respeto a los animales nos enseña a través de Platero el lado más cruel de la vida, narra lo que veía desde su ventana en el internado del colegio de los jesuitas: “El colegio estaba sobre el mar y rodeado de grandes parques; cerca de mi dormitorio había una ventana que daba a la playa y por donde, las noches de primavera, se veía el cielo profundo y dormido sobre el aguva, y Cádiz, a lo lejos, con la luz triste de su faro”.Son los primeros momentos porteños del Nobel de Literatura andaluz.

“Supóngase el lector que se dirige cómodamente en el tren a Cádiz, por ejemplo, y que pasa por mi pueblo, por el Puerto de Santa María que es el pueblo más bonito de España ¿Hay quien diga que no? ¡Noble ciudad, gran puerto, veinte mil habitantes, todos sanos, once mil mujeres, todas guapas; linda playa, bella campiña, agua riquísima! ¡Aquí engordó seis kilos don Alfonso el Sabio! ¡Aquí se muere de viejo…!”Y así pregonaba Muñoz Seca las bondades y los momentos de su pueblo.

“En la ciudad gaditana del Puerto de Santa María, a la derecha de un camino, bordeado de chumberas. Que caminaba hasta salir al mar, llevando a cuestas el nombre de un viejo matador de toros –Mazzantini, había un melancólico lugar de retamas blancas y amarilla llamado la Arboleda Perdida”.Y 120 años después, estos momentos de Rafael, de Rafael Alberti, que se reúnen con los de Pío, con los de Juan Ramón o con los de Pedro, son los que debemos saber transmitir a las generaciones que nos siguen para que la esencia de esta preciosa ciudad no se traspapele entre los legajos de la incompetencia.

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