Mística y alma

En este misterio y alma de Duarte hay mucha fe puesta en limpio y belleza, en música y palabras. Un asombro tras tantos versos, tras tantos años.

Que un poeta tan grande como Rafael Duarte publique un nuevo libro de poesías debería ser un verdadero acontecimiento en la ciudad. Ignoro si lo será, el próximo día 30 lo veremos. Digo que el día 30 de noviembre, Juan Mena, José Chamorro y yo hemos sido invitados por el autor para presentar FIN. Mística y Alma, es el subtítulo. Un honor nos hace esta invitación. Personalmente me pasa con Rafael Duarte que casi empezamos juntos hace más de medio siglo. Había en la Isla un plantel de escritores que para nosotros siempre son inolvidables. Pienso en José González Barba, en Antonio González Muñoz, Germán Caos, Julián Blasco Moyano… Luis Berenguer llegaría luego, digo que apareció en las alturas de una novela extraordinaria, insólita, El mundo de Juan Lobón. Y a ese grupo, de alguna manera, nos incorporamos Juan Mena, Rafael Duarte y yo. Mena y Duarte eran poetas y yo me iniciaba con las prosas, aunque también escribía versos. Juan era nuestro hermano mayor, Duarte ya era un genio. Decía de él que era el poeta de un verso genial, aunque me viera obligado a explicarme enseguida. Fernando Quiñones tomó uno de sus versos geniales para cita de su novela de Planeta. ¡Cómo ha pasado el tiempo! Pero como en el poema de Vallejo, ¡tanto tiempo y nunca me falla la tonada! Eso es FIN, la certeza del camino recorrido, el misterio de lo que todavía le queda al poeta para concluir. Es un poeta sincero en sus creencias, en sus distancias. Un acontecimiento. La tentación es ponerme a copiar sus versos, contar las excelencias de los sonetos, resaltar esta imagen, la otra, aquella también. Imposible frenar la admiración que siento por este poeta, que además es mi amigo. Imposible resumir lo que hay dentro de este FIN, su contenido de mística y, sobre todo, de alma. No sólo la poesía se nutre de fuentes misteriosas y enigmáticas, es que a más poesía verdadera, más misterio, más alma. Si modifican cielo, limbo y todo / el más allá, sus llamas abolidas…/ Si el alma se disuelve sin la vida. / Si el barro vuelve sin el agua al lodo… Son los primeros cuatro versos de un poema que se llama Pérdida de la fe. Yo, que no la he perdido nunca, lo firmaría de inmediato. Por qué la creación de esta manera / y por qué, aún habiendo amado tanto, / inventaste la espina y la madera. Es como para decir enseguida, no necesitamos un exégeta para estos versos, forman parte del misterio a la vista que es el Hijo del Hombre, en el que generaciones han descansado con su fe, porque en este misterio y alma de Duarte hay mucha fe puesta en limpio y belleza, en música y palabras. Un asombro tras tantos versos, tras tantos años.

Ya decía, un acontecimiento.

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