Análisis

Rafael Duarte

Machado y sus ecos

El otro Machado sigue diluido y solo se le recuerda por sus sonetos escritos en Burgos

Tras visitar la exposición de Antonio Machado, ver documentos y sus últimas fotos, demacrado pre extinto, en tierra extraña, literalmente con lo puesto, enfermo ya en el sumidero final de la muerte, "Sobre la tierra amarga/caminos tiene el sueño/", soñé con su hipocondría reconocida, sus estados de ánimo de animal pensante y sintiente.

Pero se trata de analizar la poesía desde la poesía misma. Sabido es que su peluquero se sorprendió al descubrir que era el hermano de Manuel. Sólo la izquierda lo ensalzó queriendo convertirlo en un filósofo más que en poeta. Algunos poemas contienen lugares comunes, tópicos crudos, ritmos adversos, adjetivos mostrencos. "Yo he visto mi alma en sueños cual río plateado…". O el de las moscas, "moscas vulgares" "moscas voraces" "moscas pertinaces" que se posan "sobre los párpados yertos/de los muertos."

Él, que se extasiaba con una letrilla, se convierte en creador de letrillas filosóficas que convienen al político de izquierdas porque al de la derechita la cultura como que no. Ni contigo ni sin ti. Así se perdió Manuel, el otro poeta, el poeta, como dijese Ridruejo por sus "manolerías". Mientras Antonio se vio ensalzado por los comunistas que tomaron su obra como vínculo entre la cultura y el pueblo, lo que reconocería el comunista soviético Rafael Alberti. Muy acorde con el eterno victimismo de los derrotados y exiliados. El otro Machado sigue diluido y sólo se le recuerda por sus sonetos escritos en Burgos a Franco y otros generales.

Nadie critica el malísimo soneto de Antonio, militante de Acción Republicana a Líster, "Si mi pluma valiera tu pistola/ de capitán contento moriría…" (Estoy jartito el adoctrinamiento cultural de la izquierda rancia de toda la vida y de la ausencia de apoyos culturales de la derechita acomplejada).

La poesía es, imagino, dentro de uno, acaso el suelo de un bosque, hojas secas, nuevos brotes, hojas a medio caer, sombra de sí mismas las palabras. Entonces igual que la lluvia o el sol o el viento revuelven, mueven, las oprimen y acaso, impresión, visión, atmósfera y ritmo, se integran en la mente las ideas, las palabras se vuelven necesarias, nace el poema lejos de otros momentos en los que las palabras se alejaron dejando sombras blanquinegras que imitaban el eco o la materia.

Ah. Nada me privará de los poemas de Manuel. El del cid, con la voz pura de plata, el canto a Andalucía, tan certero y armónico, o Cantares, que en ellos el alma del alma se vierte… A la sombra fresca de la vieja parra,/un mozo moreno rasguea la guitarra.../Cantares.../

Algo que acaricia y algo que desgarra. Como la poesía. José Acosta en la Tertulia de las Montañas, refranea: Entre dos rebuznos busca una flauta… Eso es la Isla. Dice.

La Isla acierta cuando en su certamen de flamenco de la Fragua, su máxima distinción es el premio Manuel Machado. Y con un referente en el Jurado de la calidad ecuánime de mi profesor José Antonio Hernández Guerrero, el doctor estudiante perpetuo, con su humanidad.

Busquemos la poesía dentro de cada uno. Allá en las viejas venas donde la célula manda, y donde pasa el tiempo con la luz adentro.

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