Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Rubén Darío se refería a la juventud, que para el caso es lo mismo. Y añadía en su segundo verso: ¡ya te vas para no volver! En la actualidad y referido a la libertad habría que ponerlo entre interrogaciones. No es escepticismo, solo es prevención para cuando por fin abramos los ojos ante la cruda realidad que nos espera y terminen por quitarnos la poca libertad que nos queda, caso de que quede alguna.

Cualquiera de nosotros viene siendo vigilado desde mucho tiempo atrás. En la actualidad, cuando la identificación de las personas se efectúa mediante varios procedimientos no del todo ajustados a la ética y al derecho a la intimidad si se utiliza torticeramente; quiero decir que el DNI, el carné de conducir, el pasaporte, la cuenta corriente, la ficha médica, el IBI, las multas de tráfico, drones, cámaras de vigilancia y, últimamente hasta con la biometría, esa ciencia que se aplica para el reconocimiento inequívoco de personas basado en uno o más rasgos conductuales o físicos intrínsecos, desde el estudio en el iris hasta la forma de andar o el lenguaje no verbal, ¿somos realmente libres? Si a esto se le añade el rastreo implacable que permite identificar personas que hacen sus compras por Internet, acceder a cuentas bancarias, dar señal de asistencia al trabajo, estar en las listas del paro, en las de Cáritas, o en las de subvenciones estatales, ya me dirá si la libertad no se ha convertido en una entelequia que cualquiera puede utilizar si con ello consigue extorsionar y doblegar individualidades.

Cuando la pretensión de sometimiento llega, como ya se ha planteado, a que se prescinda del dinero físico que, en cierta medida, conlleva un sutil anonimato, todo apunta a que será el móvil el que deje la huella indeleble del día a día. Respecto al dinero físico, de momento Europa ha dicho nones, pero ya se sabe lo que puede ocurrir entre mercaderes.

Con el estado de alarma y las apps de rastreo ya se ha llevado a cabo la localización y seguimiento del individuo. También se ha iniciado la fase de que el mismo chisme delata con claridad lo que se compra en el súper y los recorridos que se hacen en autobuses urbanos. No digamos nada de los pasajes personalizados para aviones, trenes, alojamientos, que viene de lejos, pero ¡hasta la cita previa documentada para obtener un lugar en la playa…! ¡Por favor!

¿Y qué me dice de los gustos prefabricados, de las preferencias teledirigidas? A la música, al cine, a las artes en general les han robado la singularidad de los autores para convertirlas en productos de consumo con fecha de caducidad; a las televisiones en ventanas de adoctrinamiento; a las emisoras de radio en orfeones de tertulianos que opinan sin derecho a réplica, y a las redes de comunicación social en vertedero de estupideces consentidas porque ellas sirven para completar la ficha que el ojo del poder necesita para manipular todas las tendencias y debilidades.

Libertad, divino tesoro, ¿te has ido para no volver?

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