La esquina del Gordo

Adiós y gracias

Para mí ha llegado el momento de la despedida, abandono esta columna después de casi treinta años firmándola

En cierta ocasión le preguntaron al mítico periodista Luis Calvo cuánto tiempo le llevaba escribir su columna en la tercera de ABC, del que fue director, y contestó: "Toda una vida". Tenía 91 años cuando murió con las botas puestas. Lo traigo a colación porque salvando las abismales distancias, me encuentro en la misma tesitura: decir adiós, aunque con un ligero matiz: prefiero decir que me retiro; que para mí ha llegado el momento de la despedida; que abandono esta columna después de casi treinta años firmándola.

El calendario, ese reloj implacable que tantas ilusiones desgasta y tantos desengaños proporciona, sirve para haber conocido momentos, situaciones y personas, sobre todo personas, de toda condición y jaez; desde las extraordinarias, profesional y humanamente hablando, hasta los mindundis juntaletras de chichinabo que han presumido de pluscuamperfectos y/o de infalibles de barriada. No, no pienso entrar en personalizar nombres ni entrar en detalles, solo señalar que la edad es un motivo suficiente para alejarse de los escalafones, sobre todo cuando jamás se ha creído que los trienios sean méritos por sí mismos ni avales personales indiscutibles.

La realidad es que una columna, aunque sea semanal, no deja de ser una obligación cada vez más pesada cuando se pierde el interés por casi todo porque casi todo se ve como un absurdo consolidado y justifica que tirar la toalla voluntariamente es hasta lógico.

Me retiro agradeciendo a DIARIO DE CÁDIZ su acogida durante tantos años, al igual que a otros medios que me acogieron y respetaron mis opiniones que, incluso con errores de apreciación por mi parte, siempre he intentado decir que no todo está sometido a las tendencias políticas como ahora se ve —incluidas las de las dictaduras al uso por muchos disfraces con los que se escondan— y, sobre todo, cuando interfiere hasta en los gustos culinarios, que no deja de ser una muestra de la tiranía política de los hechos consumados, más peligrosa cuando se llega a la conclusión de que la libertad no es ni siquiera un derecho, sino la capacidad para saber distinguir cualquier totalitarismo por muy disfrazado que se nos presente.

Llevaba razón Luis Calvo, se tarda toda una vida en escribir una columna periodística. Una vida, la del que escribe si el que lo hace no ha tratado de vivir la de los demás, a costa de los demás, sino pese a los demás. Eso es todo. Seguiré coleando en Facebook.

Adiós y gracias.

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