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La esquina del Gordo

Lejos de nosotros la funesta manía de pensar

Pero de esto vive la mayor industria española, que no es otra que la política, cuya productividad ha llegado a superar los mínimos de las restantes, hasta el punto de que ya ni entran en los coeficientes normales de los países occidentales industrializados

Creo no que es necesario ahondar en la fracesita, atribuida a nuestro bien amado Fernando VII, aunque hay tantas versiones que me quedo con la de Julio Montero, Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Complutense madrileña, que hizo el 29 de julio del año pasado en "El Adelantado", de Segovia. Sin su permiso, pero no creo que le importe, copio literalmente este párrafo: "Y es verdad que fue en 1827, y en una universidad catalana que hoy no existe (la de Cervera), donde su rector declaró: "lejos de nosotros la funesta manía de pensar". Se lo decía a un rey, Fernando VII, que no es que haya mejorado la imagen de la dinastía. Pero tampoco al rector se le puede hacer un monumento por su lucha a favor del prestigio de la institución universitaria". Hasta ahí la cita. Claro que estando de por medio el más brillante, honesto y preclaro de los reyes Borbones, nada podría reprochársele si hubiera sido su autor, aunque el rector… Bueno, tengamos la fiesta en paz.

Hoy es peor, no porque se haya comprobado que pensar sea una manía funesta, sino inútil, absolutamente inútil si no se tienen seguidores de la misma talla y nivel, voceros con inteligencia cero, una abundante dosis de revanchismo e impunidad suficiente para instaurar una ideología progresista, de esas que tanto se llevan ahora y que, antes o después, se convierten en actitudes y comportamientos sumisos para mayor gloria, comodidad y descaro de los que manejan las mentiras.

Bien, no se descubre nada nuevo, al fin y al cabo esta democracia no está montada para defensa del bienestar, la singularidad y la libertad del ciudadano, sino para aborrecer al que piensa distinto y, como se dice más arriba, evitando a toda costa la funesta manía que, unida al desprecio generalizado hacia los demás, conduce a la mala leche que se nota en el ambiente.

Pero de esto vive la mayor industria española, que no es otra que la política, cuya productividad ha llegado a superar los mínimos de las restantes, hasta el punto de que ya ni entran en los coeficientes normales de los países occidentales industrializados, lo cual demuestra que se sigue viviendo —es un decir— de la Deuda Pública y que según los últimos datos, el omnipotente Sánchez, la eleva 218 millones de euros ¡¡diarios!! No es de extrañar que cada uno de nosotros, incluidos los recién nacidos, ya le debamos al Estado 29.000 €. Pero, por favor, no haga caso de las cifras, preste atención a la falta de respeto que unos individuos sin moral alguna infieren a una población pastueña por la sencilla razón de que no existe ninguna institución que la proteja y no tiene más recursos que agachar la cabeza y conformarse con lo que le echen. ¡Y no proteste, fascista, ni sienta la funesta manía de pensar!

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