Desde mi cierro

Pedro G. Tuero

La Isla & Chiclana

Mis dos ciudades queridas, acogedoras y tan hospitalarias, de muy buenas gentes...

21 de agosto 2017 - 02:07

En primer lugar, mi desesperado lector, le ruego que no se extrañe de esta utilización del símbolo o también signo no incluido en nuestro alfabeto que figura en el título de hoy. Un signo "no alfabetizable" como nos dice la RAE, que a muchos a veces sorprende y otros lo interpretan de mala manera. Algo tan sencillo como que su procedencia no es otra si no una forma más de reescribir la conjunción latina "et" (y).

Pero bueno, ya estoy otra vez aquí. Sé que esta última ausencia a más de uno le ha sorprendido, porque, también sé, y es que me lo han dicho por la calle, que hasta se me ha echado de menos. También he de decir que no he estado de vacaciones, ni en ningún viaje de esos que están de moda como el crucero que recorre y transita por aquellos mares. Ni he estado habitando ni residiendo en ningún apartamento de esos ni nada parecido. Y menos mal, porque al leer el artículo de mi colega y amigo Paco Carrillo el pasado sábado y que titulaba Turismofobia, se me han quitado todas las ganas de peregrinar o visitar cualquier sitio.

Y todo, porque este mi cierro, se me había estropeado. Algo que no es la primera vez que me ocurre, pues ya se acordará mi lector que la última reforma que se le hizo fue hace algo más de cuatro años y así lo contaba entonces: "…desde este flamante mirador -ya reformado- se ve mejor que nunca. Se divisa, además de toda La Isla, una gran parte de la Bahía de Cádiz y mucho más. Y hasta el recorrido del tranvía-fantasma que cruza nuestra ciudad camino de la capital gaditana. Una importantísima parte de esta grandiosa provincia de Cádiz a la que pertenecemos y de lo que nos sentimos enormemente orgulloso. Casi atalaya más que un simple cierro o un alcor más que una sencilla balconada. De mágicos cristales desde los que se abarca y domina coloreados horizontes y profundizan en el deterioro de este panorama de lo político y social que nos ha tocado vivir y padecer". Y así lo explicaba allá por el dos mil trece, y sin embargo parece que fue tan solo ayer.

En fin, que todo esto que cuento, tanto sirve para mi Isla como para su hermana Chiclana. Mis dos ciudades queridas. Y no es la primera vez, mi ferviente lector, que las entalego en un mismo saco. Son acogedoras y tan hospitalarias. De muy buenas gentes y de grandes amigos a los que venero y alabo. La Isla y Chiclana a las que me seguiré refiriendo y continuaré contándoles a mis leales lectores todos los lunes lo que me plazca y me crea que es digno de considerar.

Y yo aquí, ejerciendo de nuevo de humilde escribidor, mientras al fondo en la tele retransmiten la salida de la Vuelta ciclista a España. Sí, desde Nimes (Francia), que no es el Tour. Esperpento de país.

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