Lo dijo un baranda del Partido Popular hace cinco años: "Los de Podemos son unos frikis". Literalmente. Y se me grabó en la mente. En aquella época la gente aún no era mayoritariamente friki como hoy. Sí, había buenas series de televisión; veíamos Los Soprano, The Wire, Perdidos… pero aún no había comenzado el verdadero boom del frikismo: la saga de Los Vengadores y la serie Juego de Tronos.

Aquellos frikis, que mentaba aquel personaje hoy caído en desgracia, eran Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero e Íñigo Errejón. Luego aparecerían Rita Maestre, Irene Montero y Pablo Echenique. Iglesias era tan friki tan friki que puso su careto en la papeleta electoral de Podemos para las europeas y devino en marca por su larga coleta, su discurso agresivo e inteligente, la camisa -de camarero, dirían después- y los pantalones colgones. Como buen freak, busca contagiar su virus a los que le rodean; quizá por eso regalara la serie del trono de hierro al Rey de España. Era un modo gamberro de conectar con la juventud votante, cada vez más hastiada de la política tradicional y, por ende, sumamente iconoclasta. Era postureo, sí, pero modernito.

Monedero representaba al friki universitario. El profe progre presuntamente excelente al que todo le importa tres pepinos, encantado de haberse conocido, ególatra y ansioso por obtener el merecimiento ganado a pulso tras sus años de docencia en una facultad puntera. Tenía pinta de villano del Capitán América, y no solo por su amor al chavismo venezolano y su comandante o por su informe millonario sobre la moneda patria (que aún sigue sin ser exhibido o publicado) sino por sus gafas intelectualoides y su nefasta forma de cantar piezas folklóricas. To er mundo no pué ser er Kichi ni de Cai, Guancarlo.

Errejón no era propiamente un friki al uso, sino que respondía más a la tipología "nerd" que en España se ha conocido de toda la vida como el calculín. Brillante en sus exposiciones televisivas, no cayó en desgracia tras su misterioso affaire con las clases presenciales en la universidad (que no era la Rey Juan Carlos) sino cuando cuestionó la deriva del partido que había impuesto su líder supremo, lo que lo arrojó a los labios de Carmena hasta el fracaso final.

Pablo Echenique es quizá el más friki de todos los anteriores. Emigrante nacionalizado, antiguo militante de Ciudadanos, era fácil asociarlo con Stephen Hawking por su silla de ruedas y su alta -nos decían- capacidad intelectual. Desde luego, el ex secretario general de Podemos ha sido una pizca de azúcar en un bol de sal. Sus comentarios fuera de tono, las gruesas canciones aragonesas, sus crueles invectivas a Errejón y el humor de que hacía gala por activa y por pasiva, nos hacían más feliz la existencia a los cronistas de la Villa y Corte.

Todos los medios informaron ayer de que Iglesias asumía su fracaso electoral cortándole la cabeza a Echenique, mandándolo a negociar imposibles con el Partido Siberiano Obrero Español. El líder podemita publicó un lamentable tuit con un meme en el que Heidi tira de su silla de ruedas a su amigo Pablo por un barranco. Ese es, finalmente, el nivelito de quienes quisieron presidir el gobierno de España. Lo dijo Arriola hace cinco años y se quedó corto. Más que frikis eran unos jodidos frikazos.

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