Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Este verano, esa espina clavada en nuestra carta de presentación, como es la entrada a la ciudad histórica, parece que llega a su fin. El que un día fuera comienzo del Vergel, la entrada, la que vigilaba los pabellones de la pólvora. El espacio que albergó a galeras y galeotes, en cuyos arcos dormitaban cuando la boga se lo permitía.

El enorme paseo en donde se secaban aquellos aparejos bajo los arcos, los que vieron pasear a capitanes y contadores. El paseo que despidió a las galeras camino de aquel Lepanto que acabó por un tiempo con quienes fustigaban a la cristiandad, puede por fin recuperar parte de su dignidad perdida.

Y digo bien cuando empleo el puede, porque no hay cosa que guste mas a las fuerzas vivas, que ahora se forma por perezosos ignorantes con ínfulas de grandeza cuyo principal objetivo es dejar clara su supremacía intelectual, de esta ciudad, que entorpecer, poner trabas absolutamente a todo.

No es curioso que dude de la capacidad de un gobierno para emprender dicha recuperación de la dignidad, pues en cuanto se observe el primer movimiento comenzaran los ataques, el proyecto será inapropiado, la ejecución deficiente, la concesión manipulada, la duración excesiva, el personal empleado elegido a dedo, los materiales de dudosa calidad, y finalmente, el resultado, si lo hubiere, sea cual sea… ridículo, grotesco y un autentico desastre.

Nuestras fuerzas vivas, igual que se opusieron a un proyecto, y al igual que procedieron a defenderlo como única salida, se opondrán a la forma en que se deshace el entuerto.

Pozos Dulces, en memoria de todo el debate que generó, genera y generará, bien merece un cambio de nombre, con objeto de que las generaciones venideras mantengan en el recuerdo el paradigma de cómo los diálogos bizantinos son superados algunas veces.

Al más puro estilo de las novelas actuales, pero de esas que no se leen, porque poca gente lee, sino de las que se ven entre siesta y siesta, debería llamarse Pozo Amargo, el paseo de Pozo Amargo. Y es que esos arcos han visto mucho, mucho más de lo que pensamos, pues pasaron de ser cobijo de aquella mítica escuadra a recibir inundaciones, contemplar los varaderos hasta verlos callar, sintieron el azote del francés y los cantos elevados al Espíritu Santo, así que esto, esto se le queda corto, corto y ridículo.

Pero tanto ellas, esas piedras como yo, confiamos y esperamos que una vez más, las aguas retornen a su cauce, y a la dignidad que se merece, que al menos se remuevan las conciencias de algunos, y que se que permita acabar por fin con la maleza que, ahora, acaban de arrancar cual mala yerba… la cual, por desgracia, sale, pues solo es cuestión de tiempo.

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