La arquitectura es una de las siete bellas artes, igual que lo es la pintura, la literatura, la música o la escultura. Y una parte de la arquitectura es el color. Es la suma de todos los colores. Si se hace pasar la luz del Sol por un prisma, esa luz se divide en los siete colores del arco iris. No hay cosa más hermosa que el blanco. Es el mismo Sol convertido en belleza. Por tanto no es capricho ni manía defender el blanco. Antiguamente, siglos atrás no existía en nuestro entorno más que el blanco producto de quemar la piedra caliza en los hornos de cal, las llamadas caleras. Y el almagre del barro colorado. Y todas las casas estaban pintadas del blanco de cal. No había más color. Luego vinieron a nuestras ciudades, de allá los mares, otros colores, pero afortunadamente en esta tierra nuestra siguió el culto a la cal. Así las viviendas se protegían del Sol y de los calores, y parecían limpias y relucientes con la cal hasta la acera. Solamente las cocinas, por el humo, se pintaban de ocre, de almagre. Y de este mismo almagre las puertas y ventanas. Nadie tiene que venir ahora a pintarlas de azul creyendo que esto es Xaüen.

Gracias a los Cursos de Verano de la Universidad de Cádiz, debemos en Vejer la conservación del blanco secular. No hay una sola casa que no esté encalá y desaparecieron del pueblo los zócalos. Los catedráticos y profesores que venían acompañando a los estudiantes de visita al pueblo, nos aconsejaban conservar la belleza de la arquitectura popular andaluza. Y lo conseguimos. Permanece esta bella arquitectura sencilla y popular sin extranjerismos , evitando el marbellensis, el africanismo y el titulismo. Persisten las rejas boleadas, el ancho y alto compaginado de los huecos, las rejas y balcones serias sin barroquismos….En las fachadas no tiene que haber simetría, porque los huecos están programados desde dentro donde mas convengan y el centro de la casa es el patio. Es poesía, es solidaridad y sentimiento común, todos tenemos la misma imagen, el mismo color, el mismo sentimiento colectivo. Priva lo colectivo al individualismo.

P/D Es curioso ver en las vueltas ciclistas europeas como se guardan muchas villas y ciudades este sentimiento y realidad de uniformismo en sus viviendas. Por supuesto que cada pueblo puede hacer lo que le parezca. No es bueno ni malo, cada cual a su gusto. Nosotros estamos encantaos con el blanco sin tejitas en las cornisas, ni ladrillitos vistos, ni tirolesas, ni horterísimos de zócalos. Ha llovido la cal desde la azotea y los pretiles hasta el suelo. En todas las casas siempre existe una media tinaja llena de cal y de ella a diario, si es necesario, la abuela, la bisabuela, la niña, el hombre…pintan cualquier desconchón, cualquier verdín, cualquier tizón. Y así siempre el blanco. Es una ley escrita en el viento.

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