La esquina del Gordo

Autónomos

La Hacienda implacable no les quita ojo y puede embargarles lo poco que tienen

Las estadísticas dicen que una de cada cuatro personas en edad de trabajar optan por ser autónomos, no por vocación, sino por desesperación al no encontrar hueco en el mundo laboral cada vez más encanallado. Aquí termina el flash de la información. Llegar hasta el fondo de ella es otra cuestión.

Hubo un tiempo propicio para que un determinado tipo de personas optara por ser jefes de sí mismos. Eran tiempos en los cuales las actividades, comerciales sobre todo, se beneficiaban de las carencias y de las necesidades que se habían padecido durante tantos años de indigencia. Pasar del lebrillo a la lavadora, del infiernillo a la cocina 'a butano', de la silla de anea al sofá de skay, supuso una auténtica revolución. Andando el tiempo, los aparatos de radio -estereondinos los llamaban-, se hacían los príncipes de las casas con sus novelas lacrimógenas hasta la irrupción de los televisores, signo de un confort impensable y, con ello, la multiplicación de autónomos -muebles, electrodomésticos, menajes de cocina-, en tiendas bien surtidas, grandes o pequeñas, porque en muchos casos se vendía por catálogos, una modalidad que aliviaba al comerciante de cargarse de género con el riesgo de que se le quedara colgado.

Autónomos eran los dueños de las zapaterías, de las mercerías, de los puestos de verdura y el de los ultramarinos, como también lo eran los que montaban pequeños o medianos talleres, todos con empleados a su cargo, creando empleos fijos, cosa difícil hoy en día para los que lo son por obligación y que no alcanzan el Salario Mínimo Interprofesional, es decir, porque no tiene ingresos suficientes y pasan las de Caín para satisfacer la base mínima de cotización (944,40 euros), no es de extrañar que más de un millón de ellos vivan peor que los temporeros pero con la amenaza de que la Hacienda implacable no les quita ojo y puede proceder hasta embargarle lo poco que posean.

Entrar en las variables de trabajar por cuenta propia a partir de los veinticinco años de edad pagando lo mínimo, y que según se hacen mayores van a ir aumentando sus bases de cotización, tampoco es la solución por cuanto más joven es el autónomo, más lejana está la jubilación y más baja es la percepción del riesgo de sufrir cualquier contratiempo. Además, con la cercanía de la jubilación, se hace cada vez más relevante que la cuantía de las pensiones está ligada a la cotización de la vida laboral del trabajador, según explica el informe de la Fundación Mafre.

Tampoco parece solución, ni más seguro, contratar planes privados, principalmente, planes de pensiones o de asistencia sanitaria privada; dada la política recaudatoria de todos los mamandurrios, ni se sabe si llegado el caso se verán obligados a pagar un porcentaje de sus propios ahorros. Lo cierto es que gracias a esta política confiscatoria de mierda que se practica, un 62,6% considera que el autónomo español está muy por debajo del resto de los países europeos.

¡Como para vivir tranquilos!

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