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La esquina del Gordo

¿Arte, qué arte?

Al hablar del arte plástico quiero referirme singularmente cuando hay que buscar en otros campos ajenos a él, una explicación para justificar lo que se contempla

Hoy, nada de política. Hoy toca Arte, pero, ¿qué Arte? Al paso que vamos el arte desaparecerá, al menos el concepto que de él hemos venido teniendo; lo cual habla de la sensibilidad que nos rodea. Decir que es un reflejo de la formación-información-educación que se recibe, es un hecho y a la vez un dedo acusador hacia la legión de papanatas que engañan y se dejan engañar, o una crítica a la estupidez y al desprecio real que impregna la mayoría de los campos del saber, sobre todo los estéticos.

Lo digo por la noticia reciente en la que un artista italiano haya cobrado 15.000 euros por una escultura invisible, pero también por esas otras que pasan por genialidades, tal que un plátano sujeto por una cinta adhesiva, o aquella anécdota de ¿ARCO? en la que una fregona con su cubo, olvidados por los encargados de la limpieza, pasaron por obra expuesta.

Este atropello no es de ahora, viene de antiguo, desde que los artistas plásticos convirtieron sus fracasos en arte gracias a los galeristas y a los marchantes; es decir, cuando el pseudoarte degeneró con apellidos rimbombantes mientras el mercado se aprovechaba de los ignorantes con dinero.

Malo cuando un arte, el pictórico en este caso concreto, ha de valerse de otros medios descriptivos -literario, histórico-, para tratar de explicar su contenido, su sentido y lo que según su autor trata de expresar. Si consideramos que el arte es una forma de comunicación, cuando ésta se rompe porque el medio no lo expresa con rotundidad, el arte como tal desaparece y todo se vuelven conjeturas o interpretaciones subjetivas o, peor, interesadas.

Pero al hablar del arte plástico quiero referirme singularmente cuando hay que buscar en otros campos ajenos a él, una explicación para justificar lo que se contempla. Es cierto que siempre ha existido este riesgo, y un ejemplo meridiano lo tenemos cuando en el mismo Museo del Prado, sesenta años atrás, en visitas guiadas, al contemplar "Las Meninas", el guía se limitaba a enumerar los nombres de los que en el cuadro figuran, como si la importancia del cuadro dependiera de que en él aparecieran Mari Bárbola y Nicolasillo Pertusato, prescindiendo del valor de la composición, inédito hasta Velázquez lo descubriera, como inédita era el aire que, por primera vez también, se hacía presente como elemento pictórico o, más importante aún: que el espectador dejaba de serlo para convertirse en protagonista, para "estar" en el cuadro junto a los personajes que en él aparecían. Bueno, mejor dejarlo ahí, no están los bachilleres modernos para muchas sutilezas, mucho menos los frikis, pero el arte ya ha desaparecido y habría que llamarlo de otra forma.

En la novela también ocurre como en la pintura: es indispensable que el lector se sienta protagonista, al menos, encarnando de manera natural alguno de los personajes que en ella aparecen a través de los sentimientos y las sensibilidades. Y esto, por desgracia, no es frecuente hoy en día. Lo curioso es que la anomalía no circula exclusivamente en editoriales de chichinabo, también ocurre en las otrora grandes usurpadoras de los mercados, de ahí el deterioro y las suspicacias que se evidencian en los grandes premios, más pendientes de los personajes que las firman que de la calidad que encierra lo escrito.

Por eso pregunto: ¿dónde está el Arte?

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