Adopta una ucraniana

Tenemos algunas presas políticas que se asemejan al Chiquilicuatre, si fueran a Eurovisión, hasta nos dejaban en buen lugar

03 de febrero 2022 - 08:59

La foto presenta a una atractiva joven de cabellos rubios casi blancos y tetas prietas sobre un texto que lamenta la inminente guerra entre la Rusia de Putin y Ucrania y alude a nuestra bonhomía: "Adopta una ucraniana". El mensaje presenta una leyenda: "Reenviado muchas veces". Eso debe ser garantía de calidad. El reenvío como ISO. Mientras tanto, en Twitter se habla mucho de tetas. Y no precisamente por ese invento del #martesdetetas sino por toda esta polémica absurda de lo de Eurovisión.

Intento hacerme un resumen mental: hay una canción en gallego que mezcla el folk clásico regional con sonidos electrónicos y suena genial; también hay una artista catalana de apellido argentino que canta a la maternidad española, al sangrado y a la teta (también hay una foto de un gran pecho, con su pezón y todo, de atrezo). Por último, una mujer que ha cantado y bailado durante años y que conjuga una sexy coreografía con una canción pegadiza e ininteligible (llamémoslo reguetón). La polémica es que gana esta última, que tenía vínculos con un jurado, con lo que el mosqueo llega hasta la esfera política.

Tenemos algunas presas políticas que se asemejan al Chiquilicuatre. Si fueran a Eurovisión, hasta nos dejaban en buen lugar. Y sí, me refiero a las dos representantes de Podemos, especialmente a la señora que increpa a los partidos de derecha agarrándose las tetas mientras les pide que se les quite el miedo a las mamas, siliconadas o no. Claro, no hay nada mejor que hacer ni de lo que debatir, hasta ahí podríamos llegar. Dos tetas tiran más que dos carretas, et alii.

La mejor canción de todas, posiblemente, era la del portorrealeño Gonzalo Hermida, pero se contagió de Covid como todo el mundo este último mes de enero, y se lo cargaron. En verdad, da lo mismo, Gonzalo. Porque no tienes tetas, ni eres mujer. Este Benidorm Fest estaba orientado a ello, o al menos eso parecía. Y lo digo con ojos limpios, porque no lo he visto. Sólo lo he leído. Pero tienes arte y un buen disco previo, así que como ser sin tetas que eres, te costará pero saldrás adelante, pese a no ser ucraniana.

Me pregunto por esta obsesión con la hipersexualización, porque la considero chabacana e interesada. Por un lado nos intentan vender la normalización de la sexualidad, le explican a nuestros niños las diferencias y consonancias entre picha y chocho -cosa que veo bien- y les piden el uso de profilácticos y anticonceptivos, al tiempo que los ídolos y referentes musicales de aquéllos usan la teta como elemento de protesta de una feminidad moderna, la sororidad máxima y absoluta. Por otro lado, parecen no darse cuenta de que los jóvenes son cada vez más machistas, que el reguetón es vomitivo en ese sentido (y en otros), o que una cantante semidesnuda bailando sugerentemente fomenta tanto el empoderamiento de la chica que baila como su conversión en carne sexualizada en un mercado triste que incrementa los babosos.

Y pienso: ¿dónde está el límite? ¿Cuándo llega el abuso? ¿Justifican el fin, los medios? Ni tengo miedo a una teta, ni voy a adoptar una ucraniana. Pero todo esto me tiene un poco harto ya, debo confesarles.

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