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Javier Miranda | Director de Alcances

“Un festival sin presencialidad no tiene sentido, tiene que estar en la ciudad”

  • El Festival de Cine Documental de Cádiz comienza hoy su 53 edición recuperando las proyecciones en sala y los encuentros con los directores que quedaron aparcados en 2020

Javier Miranda, director de Alcances, en el Baluarte de la Candelaria.

Javier Miranda, director de Alcances, en el Baluarte de la Candelaria. / Lourdes de Vicente

Comienza Alcances un año más. Y van 53. El Festival de Cine Documental de Cádiz recupera las proyecciones en sala y los encuentros con los directores, después de una edición, la de 2020, marcada por las restricciones y el visionado online de las películas. Su director, Javier Miranda, explica las claves de esta nueva edición, que recupera el cine documental para la ciudad pero que mantiene Filmin y la programación de Onda Cádiz para no perder lo ganado el año pasado.

–¿Qué podemos esperar de esta edición de Alcances?

–La presencialidad. Después de la edición online que tuvimos, que fue extrañísima, sin directores invitados, volvemos a la presencialidad, y esperemos que toda esta ansia de cultura que ha habido este verano, de ir a los espectáculos, como los cortos nuestros que han funcionado muy bien como siempre o el DocuExprés con 13 grupos, pues esperemos tirar de todo ese movimiento para el festival.

–Presencialidad de directores pero también proyecciones en las salas.

–Sí, tenemos todas las películas en salas este año. Tenemos una parte pequeña en Filmin, que se pondrán después de su pase en sala, nada más que 48 horas y con 300 pases para proteger las películas. Pero un festival sin presencialidad no tiene sentido, un festival tiene que estar en la ciudad, dinamizar la ciudad y traer gente a las películas para que haya contacto con el público.

–Pero se abrieron nuevos territorios el año pasado, y por eso la edición mixta de este año. Hay cosas que se quedan.

–Es lo que se está diciendo estos años, que hay debates que estaban en el aire y con la pandemia hubo que meterlos en meses, en este caso temas online, y hubo que implementarlos en meses. Nuestra opción, y la del 90% de los festivales de España, era o no tener edición porque no podía ser presencial o hacerla online que es lo que decidimos para salvar el año y la marca. Y la respuesta fue muy buena, se pudo ver en toda España y hubo unos índices muy buenos de emisiones. Tenemos que ser presenciales, pero ahí hay un nicho de mercado, como dirían los neoliberales, que es interesante explotar también.

–¿Por qué se han retirado los mediometrajes de la sección oficial?

–Es un formato difícil de vender para los festivales y son películas que tienen muy difícil salida. Nosotros llevábamos notando unos años que iban bajando tanto en calidad como en cantidad, cada vez seleccionábamos menos. Y este año se ha jugado sobre seguro, ha habido muy pocos mediometrajes presentados; con la pandemia, o se hacen largometrajes o se hacen cortos. Y hemos tomado la decisión este año.

–¿Cómo ha sido la selección en la sección oficial, hacia dónde camina?

–Ha sido muy sorprendente, con récord de películas inscritas, 421. No esperábamos tanto, pero nos alegra por el festival y porque la cosa sigue viva y la gente sigue haciendo cosas. También es verdad que nosotros nos dedicamos a un tipo de cine más independiente, que el tema de la industria no le afecta y que está acostumbrado a hacer las cosas con poco dinero y a las bravas. La pandemia no le ha afectado mucho en este sentido.

¿Qué podemos esperar? Nosotros intentamos siempre hacer una cosa lo más ecléctica posible porque la idea es que esto sea punto de encuentro, el crisol del documental de creación español del año y, entonces, hay un poco de todo. Tenemos de todo en temática, hay documental muy social, muy obrerista, otros de reflexión, documentales de archivo, de memoria histórica...

–¿Hay pandemia?

–Es curioso, pandemia pandemia, no; este año no ha habido tanto de la pandemia en sí, lo que sí hay es pospandemia, documentales con la gente con mascarillas, y eso sí se empieza a notar.

–¿Cuántos cortos se puede ver al día Javier Miranda en el proceso de selección?

–Depende del día... (ríe). Los fines de semana son a tutiplén, no hay vida, solo cortometrajes, pero va en el cargo y no hay que quejarse. Y hay segundas vueltas, semifinales..., hay algunos muy claros y después un pelotón del que tiene que salir el resto. Y en estos días me he vuelto a ver la sección oficial para preparar los coloquios y las presentaciones.

–Hay también otras secciones significativas.

–Tenemos dos muy importantes que además se complementan...

–Dos secciones muy artísticas, según se dijo en la presentación.

–Exactamente. Por un lado el homenaje a Arantxa Aguirre, que teníamos ganas de que fuera por fin una directora la homenajeada, y es alguien que ha hecho cine sobre música clásica como el padre Soler o Enrique Granados, ha hecho documentales preciosos sobre el ballet de Maurice Bejart y también de pintura con el magnífico Zurbarán y sus doce hijos.

Y luego, el ciclo de cine sobre arte, un ciclo estupendo que no lo traemos entero, porque son ocho programas y traemos cuatro, y son cuatro obras muy bien montadas por Guillermo Peydró, que ha sido el comisario y además viene de jurado este año, y que le gustará tanto a la gente del arte como a la gente del cine. No son las típicas películas sobre el arte, hay cintas muy curiosas.

–¿Hay algún festival de cine de España que haya mutado más en 53 años?

–Primero..., de 53 años pocos (ríe)

–Efectivamente...

–Si te das cuenta, todos los de larga distancia han ido cambiando. Gijón empezó siendo una semana de cine infantil, Valladolid empezó como una cita de valores humanos y religiosos... San Sebastián, no, siempre ha ido a lo suyo. Pero es que en 53 años no se puede mantener un festival igual. Porque el cine va cambiando, la sociedad va cambiando. Por ejemplo, en los quince años que yo llevo la tecnología ha sido brutal, desde los 35 milímetros hasta los archivos digitales de ahora. Todo eso condiciona mucho. También cambia la sociedad, estamos en una época en la que la gente no va al cine, las generaciones jóvenes no van al cine y por eso hemos metido pases para institutos, para ir creando público. En eso estamos todos los festivales, porque hay una generación que no está yendo al cine.

–¿Javier Miranda siente cansancio de tener que justificar, año tras año, la existencia de Alcances?

–Alcances siempre ha sido atacado. Cuando escribí el libro del 40 aniversario, yo leía cosas de Quiñones en la prensa que eran brutales, que ahora todo el mundo lo mitifica pero al que también le dieron caña. Eso forma parte de la historia y de hacer algo público. ¿Cansancio? Hombre, yo he notado ciertas cosas... Por ejemplo, hay demasiada burocratización últimamente, no solo en la administración sino en la sociedad española en general. Hablo con otros festivales y se constata una burocratización excesiva que a la cultura pública la está asfixiando mucho, y ese problema hay que afrontarlo.

–¿Puede llegar a poner en peligro a los festivales en general?

–Hombre, es que la cultura lleva un ritmo de trabajo. Estamos limitados con los plazos, los tiempos, y a veces la burocracia va con sus tiempos, y hay una divergencia.

–Eso no le pasaba a Quiñones, que se iba en coche a Madrid a recoger las películas...

–Él también bregó lo suyo... Me acuerdo que hubo un año, 1979, cuando lo dejó y lo cogió Marchante, que fue terrorífico: se proyectaba solo en un salón de actos, el que estaba en Cultura en la plaza España, con muy pocas películas... Hubo un momento muy crítico ahí.

–Recuerdo haber ido al Teatro Andalucía a ver una película nórdica, proyectada en versión original, y sobre el escenario dos personas con un micrófono que la iban traduciendo...

–Sí, claro...

–No sé si sabemos muy bien de dónde viene el festival.

–En una época en la que no había correo electrónico, ni wasaps..., que nos facilita mucho la labor. Antes era el teléfono fijo o mandar una carta que llegaba varios días después. Yo lo pienso y era una cosa muy loca. Ahora, un correo y ya está; pero antes había problemas con las aduanas, las copias...

–No existe una plataforma que agrupe a los festivales de cine de España, pero hay contacto entre ellos.

–Sí, tenemos mucha relación. Creo que son mejores las relaciones no tan oficiosas, sino que de alguna manera por conocimiento y cercanía se van creando unas redes informales que son muy curiosas.

–¿Qué espera de la semilla cinematográfica que Alcances va a ir plantando en institutos?

–Espero, primero, que haya una generación que vea películas, y, segundo, que vean que hay otro tipo de cine, que me parece importante, no todo es Hollywood. Además, van a estar las directoras de las películas y pueden hablar con los estudiantes. Yo creo que lo que tiene que hacer un festival, y cualquier evento cultural en general, es abrir un poco las cabezas y las mentes, y a partir de ahí a ver qué sale... Carla Simón, por ejemplo, descubrió su vocación con encuentros de este tipo. Yo no aspiro a tanto, a formar directores de cine, yo con que haya buenos aficionados que se enganchen al cine y descubran que hay otro tipo de cine, con eso me conformo.

–Como si esto fuera un debate electoral: un último turno para convencer a la gente de que vaya a Alcances.

–Siempre digo lo mismo, que vayan porque, en una programación tan ecléctica, siempre hay una película para ellos, que se acerquen, que pierdan, si las hay, las reticencias al documental, que se van a encontrar películas muy interesantes que no tienen nada que ver con los documentales habituales, van a ver un cine muy creativo.

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