El olivar superintensivo sigue demandando agua en la provincia de Cádiz

El BOJA recoge una nueva petición de concesión en Arcos de este método de cultivo más rentable, pero mucho más exigente a nivel hídrico

La Sierra de Cádiz prevé cosechar un 40% más de aceite que en 2024

Aspecto de olivar superintensivo. / J.A.

El cultivo de olivar superintensivo sigue extendiéndose en la provincia de Cádiz, con un sistema que exige un suministro hídrico mucho mayor que el de los cultivos convencionales. Así, el BOJA del pasado lunes recogía la apertura de un periodo de información sobre una solicitud de concesión de aguas públicas a la Delegación Territorial de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural en Cádiz, con objeto de proveer suministro a un cultivo de olivar superintensivo en Arcos. La concesión de aguas públicas, dentro de la Demarcación Hidrográfica del Guadalete-Barbate, se realizaría "mediante toma subterránea" y cubriría una superficie de más de 22 hectáreas.

Aunque el olivar superextensivo ha ido creciendo en los últimos años en Andalucía -en la provincia, sobre todo en Villamartín y Bornos-, su total es un porcentaje poco representativo en comparación con los olivos de cultivo tradicional. Sin embargo, frente a los 700 kilos por hectárea que puede proporcionar un olivar en secano, en súper alta densidad por regadío se puede llegar a los 1.800 kilos. Una mayor producción es sólo uno de los puntos que hacen del superintensivo un cultivo más rentable: también ahorra mano de obra al estar los setos dispuestos en calles de tres o cuatro metros y permitir la mecanización. De hecho, es una técnica que aparece a finales del siglo XX como consecuencia de la búsqueda de una solución para disminuir los altos costes de recolección y optimizar el aprovechamiento de la superficie.

Según señala la web del Ministerio de Agricultura, el principal inconveniente del superintensivo es un "descenso de producción a lo largo de los años por la dificultad que supone mantener un vigor constante en todos los árboles de la plantación. Un vigor desproporcionado implica falta de iluminación en los árboles que lleva asociada una caída en el rendimiento y, como problema adicional, el incremento del vigor de los árboles dificulta el paso de la cosechadora".

Además de esto, está la mayor necesidad de agua en territorios habitualmente de secano -al haber "ciclado" el cultivo- y el golpe que le proporciona al cultivo tradicional (como el del olivar de montaña característico de la Sierra de Cádiz), al no poder competir ni en precio ni en producción.

LOS EMBALSES DESCIENDEN A PESAR DE LAS LLUVIAS

Según los últimos datos proporcionados por el MITECO respecto a la cantidad de agua embalsada en la demarcación del Guadalete-Barbate, los embalses gaditanos se encuentran actualmente al 41,18% de su capacidad total, con 680 hm3, lo que vienen siendo cinco menos en una semana. La reserva cuenta actualmente con 330 hectómetros más que en la misma semana de 2024, cuando se situaba en 350, y se mantiene por encima de la media de los últimos diez años (642 hectómetros). El porcentaje gaditano es similar al que arroja el conjunto de los embalses andaluces que, a pesar de las últimas lluvias, se situaron al 41,76% (4.628 hectómetros cúbicos) de su capacidad total (11.082 hm3).

De la red provincial, el embalse que arroja una cifra más preocupante es –como ha solido ocurrir en los últimos tiempos–, el de Zahara-El Gastor, que está al 21,5%. A este le siguen el de Barbate (37, 2%) y el de Celemín (37,7%).

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