Directores de institutos de Cádiz cuentan cómo se actúa ante un caso de acoso escolar: "Las herramientas funcionan, pero hay que aplicarlas con eficacia"
Los profesionales de los centros explican qué medidas emplean para seguir el protocolo antibullyng
"El acosador de hoy será el maltratador de mañana"
Nico Montero, director del IES Fernando Aguilar de Cádiz, arranca la entrevista con la firme misión de transmitir “un mensaje de calma a las familias”. Ante el enorme revuelo ocasionado con el mazazo de la estudiante que desgraciadamente se ha quitado la vida en Sevilla, con sus presuntas acosadoras, convertidas ya en acosadas con la difusión de imágenes y mensajes contra ellas aun siendo menores, y con el funcionamiento de los protocolos anti acoso que están en tela de juicio. Así que pide “serenidad a las familias, porque desde los centros educativos se hace un trabajo grande, los directivos, tutores, en coordinación con las familias y con inspección de la Delegación de Educación”. Y, sobre todas las cosas, recalca que “los protocolos brindan herramientas que funcionan, pero hay que aplicarlas con eficacia, solvencia e inmediatez”.
Lo primero es que cualquier sospecha de cualquier persona de la comunidad educativa sirva para abrir el protocolo, “para analizar en primer lugar con el tutor, equipo directivo, orientadores e ir recopilando información, analizar y valorar, porque muchas veces es un conato de incendio, como yo digo, son casos aislados. Pero hay que abrirlo”.
Cuando el caso de bullying es evidente, “hay que seguir investigando y seguir una hoja de ruta para ver qué medidas se van tomando para proteger a la persona acosada y las medidas cautelares con el alumno acosador, siempre garantizando el anonimato”. En este sentido, Laura, que es la directora de un instituto público de la provincia que no ha querido desvelar asegura que “cuando se avisa a las partes, muchas veces no ocurre lo que esperas y se aviva la mala relación, no es fácil, pero se actúa, no es cierto que se mire para otro lado. Se activan los protocolos porque así se protege a toda la comunidad, y aunque faltan herramientas y formación, es mucha la atención y el trabajo continuado”.
En cuanto a la medida cautelar de expulsar a un alumno acosador, como ha ocurrido en el último caso de acoso escolar del centro jerezano, "quizás no le sirva a la hora de reeducarlo, pero tengo muy claro que se abre una oportunidad de trabajo muy grande para proteger al acosado y darle más herramientas, y para seguir trabajando con los acosadores". Pone el ejemplo de "un alumno mediador de mi instituto que hace unos años era acosador", todo un logro en el difícil camino, "aunque me conformaría con que estos acosadores maduren en valores humanos para ser mejores personas", comenta Nico.
"Son muy importante los alumnos mediadores"
Todos coinciden en la importancia de la educación y la prevención, trabajar la empatía y la modificación de la conducta porque, de lo contrario, “serán acosadores siempre”. Con ellos hay un trabajo grande por delante, y con el resto de la comunidad. “En nuestro instituto son muy importantes los alumnos mediadores y los delegados, que son mis ojos, fundamentales en la red de apoyo para estas víctimas del acoso, pues cuando el profe no está presente hay muchas zonas de invisibilidad que es donde actúan, aparte del ciberacoso”. Un punto en el que es vital la intervención de los padres, añade Laura, “que tienen que estar pendientes de lo que los niños hacen con los móviles”. Porque, tal y como reconoce el delegado de Educación, José Ángel Aparicio, el acoso escolar, el bullying y el ciberacoso “son formas de violencia que dejan una huella profunda en quienes las sufren y que nos obligan, como sociedad, a mirar de frente”. Por este motivo, “esta lucha no puede limitarse a la reacción. Debe ser, sobre todo, preventiva, educativa y comunitaria”.
Las medidas
“Son varias las medidas cautelares o sancionadoras que se desarrollan con el alumno acosador. Ante todo, es importante involucrar a la familia, trabajar garantizando el anonimato de los implicados y subsanar la situación para que el acosado deje de pasarlo mal”. Entre las correcciones que se aplican figuran “actuaciones en el aula de convivencia, la participación en programas de modificación de conducta y, si procede, expulsión y derivar a los servicios de la Consejería de protección de menores, con la intervención de servicios sociales”. En última instancia, se cambia de centro al acosador.
Si existe una denuncia policial, “los menores de 14 años son inimputables,aunque sus padres son sus responsables subsidiarios, y si tienen más de 14 años, depende del daño que ocasionen”, explica José Manuel Parada. Puede darse el caso de realizar servicios sociales para la comunidad o el ingreso en centros de menores.
Pero lo ideal, como en todos los tipos de acoso, es “la prevención, la formación y la educación”.
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