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Konecta, desconexión de un éxito

El conflicto laboral de Konecta, la atención al cliente de Vodafone

Con 830 millones de facturación y 65.000 trabajadores, una de las diez primeras empresas del mundo en su sector no cede en la deslocalización de su plantilla de El Puerto

Concentración de la plantilla de Konecta el día que conocieron el cierre
Pedro Ingelmo

10 de febrero 2019 - 20:08

El correo electrónico llegaba a los 200 trabajadores de Konecta de El Puerto, uno de sus 20 centros de conexión de toda España, muy próximo en el tiempo a una de las noticias empresariales más singulares de los últimos meses. El correo decía que el centro de El Puerto se cerraba. La noticia era que los fundadores de Konecta, con el sevillano José María Pacheco a la cabeza, recompraban una parte del accionariado al Banco de Santander, en el origen de la empresa como accionista y como cliente, para hacerse con el control de la firma.

La deslocalización se argumentaba por motivos organizativos al mismo tiempo que Konecta daba cuenta de un éxito que tiene números que le sitúan entre las diez compañías más potentes del mundo en su sector: 830 millones de facturación gracias a su presencia en una decena de países que dan trabajo a 60.000 personas, 15.000 de ellas en España, 4.500 en Andalucía, la mayor parte en Bollullos de la Mitación y en la Isla de la Cartuja.

Esos serían los nuevos destinos de una parte de los trabajadores de El Puerto,los dedicados a la televenta. Sin embago, los adscritos a atención al cliente de Vodafone tendrían que marcharse a Valladolid. El trabajo de operador está mal pagado. La mayor parte de los contratos de Konecta son de 18 horas al mes ampliable. El tope son 39 horas y, si se llega a ellos, el salario, según el convenio sectorial de telemarketing, es de algo más de mil euros. Esto da difícilmente para afrontar traslados.

Doscientos trabajadores apenas es nada para el gigante en el que se ha convertido Konecta, pero para la Bahía de Cádiz es un golpe más. Otra empresa que se marcha y otros empleos que se pierden aunque no sean de calidad, lo que explica que estos sean lugares de paso de jóvenes estudiantes para contratos de unas pocas horas a la semana. Pero también hay trabajadores a tiempo total con familias e hijos. Trabajadores para los que es su trabajo mientras no haya otro. E incluso los hay con más de diez años en la firma que se consideran algo más que operadores, que son gestores y que piensan en planes de promoción, de mejorar dentro de esta inmensa empresa. Ahora lo tendrían que hacer lejos de su casa.

El centro de Konecta en El Puerto, ubicado en el polígono de El Palmar, es el mismo que ocupó en su día Ono, que se integró en Vodafone. Una parte de los trabajadores de Ono pasaron a Konecta y hoy forman el 25% de la plantilla, con otro convenio y mejores condiciones. Ahora el cambio para ellos es aún más drástico.

Esta decisión que ha caído como un mazazo se produce en una empresa que defiende públicamente la calidad laboral. El Ministerio de Trabajo de Perú acaba de galardonar a Konecta con su premio a las buenas prácticas laborales por “la promoción de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, no discriminación por credo, discapacidad, condición económica, raza, sexo e igualdad de grupos vulnerables”. En Perú Konecta ha puesto en marcha el programa Life “para concienciar y reforzar el rol de las mujeres en su organización y la sociedad”. Los premios no sólo han llegado de Perú. En Colombia ha sido premiada como empresa con mejor gestión del talento humano, en Argentina se han llevado el galardón a la mejor administración de capital humano y en México se le ha entregado el distintivo de empresa familiarmente responsable.

En un mensaje a todos sus trabajadores al cierre del ejercicio 2017, el presidente José María Pacheco y su consejero delegado, Jesús Vidal, explicaban a la plantilla que “en Konecta mantenemos el compromiso con el empleo y la igualdad de oportunidades, así como con el desarrollo de carrera de nuestros profesionales en un entorno de trabajo retador y saludable. Igualmente, de la mano de Fundación Konecta, promovemos la integración socio-laboral de colectivos en riesgo de exclusión bajo una perspectiva inclusiva y normalizada, contribuyendo al progreso de los países en los que operamos”. Los empleados colaboran en programas de voluntariado colaborativo, que van desde la recogida de alimentos a material escolar o ropa usada.

Yolanda, una de las portavoces de la plantilla, asegura que jamás nadie de Konecta les ofreció participar en ninguno de los programas de la Fundación. Simplemente saben que existe y suelen leer en los boletines lo avances que se consiguen con ella, “pero ninguno ha llegado a El Puerto”.

Dentro de su código ético, Konecta es modélica no sólo con su plantilla, sino también con las de sus proveedores, ya que pregona la tolerancia cero a situaciones de acoso o falta de respeto, los derechos laborales de sindicación, asociación y negociación colectiva... y la conciliación del trabajo y la vida personal. Esto es lo que la plantilla de El Puerto asegura que Konecta está echando por tierra, pese a no encontrarse en una situación económica que lo justifique. Más bien todo lo contrario.

Konecta ofrece por el traslado a Valladolid una paga única de 1.600 euros, una persona que les ayude a buscar piso allí y gestionar el traslado de colegio de los niños para quien los tenga. Para quienes decidieran sumarse al traslado a Sevilla habría un incremento de 50 euros en el salario para los traslados diarios. Para la mayoría es una oferta que les desconecta de la familia. De hecho, la mayoría optará por la oficina del paro.

Historia de un ganador

los 39 años José María Pacheco (Sevilla, 1961), un directivo de la banca Hispamer, una filial del Santander, hipotecó su casa para poder poner el 25% de los 330.000 euros que costaba poner en marcha su idea, consistente en externalizar algunos de los servicios del banco. El banco lo vio de tan buen grado que se convirtió en su primer cliente y supuso el 80% del negocio en los inicios de la compañía. Ese es el origen de Konecta. Dos años después Pacheco dejó definitivamente el banco. Su idea había crecido de manera exponencial. De facturar un millón de euros en el año 2001 pasó a facturar diez en 2003 y expandirse a Portugal, En plena eclosión de los ‘call center’, Pacheco sabía lo que tenía que hacer para diferenciarse y el tiempo pareció darle la razón porque mientras otras compañías cayeron, Konecta creció. En una conferencia en el inicio de la crisis ofreció su receta contra la recesión: frenar el absentismo laboral, que causaba un descenso del 10% de la productividad. Lo llevó a rajatabla.

En 2016 se podía permitir comprar el cien por cien de Allus Global, de capital argentino-colombiano, el líder iberoamericano en gestión de clientes y sólo dos años después poder decirle a su socio fundador y su primer cliente, junto con Liberty Seguros, el Banco de Santander, que podía seguir él solo con la aventura. Su nuevo socio es un fondo de capital, ICG, que ha aceptado entrar en minoría en el consejo.

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