Un tercio de la provincia de Cádiz muestra signos de desertificación

Además, más de la mitad del territorio presenta señales de degradación; mientras que gran parte de los acuíferos arroja mala calidad del agua

Mario Picazo: "En Andalucía, las sequías son más preocupantes que las inundaciones y los incendios"

La cola del embalse de Guadalcacín, durante la última sequía.
La cola del embalse de Guadalcacín, durante la última sequía. / Miguel Ángel González

Un tercio de la provincia gaditana tiene alta probabilidad de entrar en proceso de desertificación, según las proyecciones de Atlas de la Desertificación en España, hecho público por el MITECO. En el amplio informe, en el que han participado más de 40 especialistas, se subrayan cuestiones como que el 40% del total de la superficie del país está amenazada por este fenómeno, o que cuatro de cada cinco personas viven en zonas áridas.

Financiado por la Fundación Biodiversidad, y enmarcado en la Estrategia Nacional de lucha con la Desertificación, el Proyecto Atlas ha tenido en cuenta para su análisis factores biofísicos -aridez, estrés hídrico, productividad del suelo, tendencia del clima y la vegetación, incendios o pérdida de masa forestal – y socioeconómicos – densidad de población, nivel de ingresos, área construida, agricultura de bajos o altos insumos, irrigación y densidad ganadera -.

En un país como el nuestro, lo asombroso -se apunta en el mismo estudio- es que hayamos llegado hasta 2025 sin una calibración de este tipo.

En el caso concreto de la provincia gaditana, un 36,2 % de su superficie (2.666 km²) queda catalogada como zona árida degradada (desertificada); mientras que un 17% del resto del territorio computa como “degradado”: en total, el 53,3% del suelo de la provincia entraría dentro de la clasificación de “degradado”. El tercio noroccidental de la provincia sería el más afectado, en una diagonal que podría ir de Setenil a Barbate (el terreno calificado como subhúmedo seco dentro de la escaleta). Es en esta zona, precisamente, donde se concentra la mayor parte de la población de la provincia, en concreto, un 66,8% de los gaditanos (830.493 habitantes).

UN 96,3% DE LA ZONA ÁRIDA, EROSIONADA

Así las cosas, las proyecciones no son muy halagüeñas. Aunque en el número total de kilómetros de superficie desertificada estamos en la parte final de la tabla a nivel nacional, en proporción somos la segunda con mayor porcentaje de territorio árido erosionado (desertificado), con un 96,3%; tras Alicante, que marca un 98,8%. La tercera posición la ocupa la vecina Málaga, con un 93,3%.

Si lo comparamos con el porcentaje de territorios en proceso de desertificación a nivel nacional, la proporción llega al 60,9%. La comunidad autónoma andaluza supera el 70% de superficie desertificada, aunque a nivel de número kilómetros afectados se sitúa a la cabeza, con más de cincuenta mil.

En concreto, en los últimos cincuenta años, la provincia de Cádiz ha vivido un aumento medio de la temperatura de 1,5º y una reducción de precipitaciones de entorno al 20-30%, con episodios de sequía más prolongados. También ha aumentado la insolación, otro de los factores que contribuyen a un mayor estrés hídrico y vegetal, tanto en la costa como en la orilla del Guadalquivir, disminuyendo, sin embargo, en la zona de la Sierra.

Si esos datos son consecuencia indirecta del antropoceno, hay otros que son consecuencia directa. Un suelo degradado, una mayor insolación y una mayor desconexión con el medio ambiente van sumando puntos en la tómbola de los incendios, que sabemos han ido aumentando frecuencia e intensidad. En la provincia, es el Campo de Gibraltar el que se destaca en las gráficas, situándose la parte oriental de la provincia (además del norte del término municipal de Jerez) en el margen con mayor frecuencia de incendios, mientras que Algeciras y Tarifa se mantienen en un nivel de riesgo alto.

Estas nuevas anomalías –o esta nueva normalidad–, junto con la realidad de la desertificación, implican que toda la región vive una situación de escasez de agua alta o extremadamente alta.

LA BRECHA HÍDRICA

La brecha hídrica, recuerdan en el informe, no responde solo a la aridez, sino que el deterioro ambiental de los recursos en muchos casos ha sido la secuela de un desarrollo económico desordenado -un factor que forma parte, de hecho, de los procesos de desertificación cuando ocurre en zonas áridas-. En este sentido, el aumento de cultivos de regadío cuenta como uno de los problemas principales: un mayor rédito económico en el sur de Europa que ha venido dado, una vez la tecnología lo ha permitido, por las muchas horas de luz y la ausencia casi absoluta de heladas –un rédito que ha terminado atrayendo también, apuntan, a los fondos de inversión–.

No es cierto, añade el informe, que el riego localizado suponga un ahorro; no porque se desperdicie, sino porque al poder usar más, lo utilizas: “Expandimos las tierras de regadío con el fin de ratificar el tótem de la seguridad alimentaria, aunque buena parte de la producción agraria se exporta y, a nivel territorial, por más eficientes que sean los sistemas de riego, consumimos más agua: lo que se ahorra en una parcela se utiliza para poner otra en riego. Si a este patrón le añadimos el más coyuntural de la presión turística en el periodo de más escasez, podemos vislumbrar episodios de colapso hídrico”, añaden. Así, se recogen datos como que, por ejemplo, Cádiz es la décima provincia a nivel nacional en viviendas de uso turístico, con cerca de 15.000. O que Andalucía, con noventa campos de golf, es la comunidad líder en esta actividad en el país.

Mapa de territorios con probabilidad de degradación igual a superior al cincuenta por ciento.
Mapa de territorios con probabilidad de degradación igual a superior al cincuenta por ciento. / Atlas de Desertificación.

El Atlas de la Desertificación coincide con los ecologistas al afirmar que “embalsar agua no resuelve el problema, y resulta una estrategia inocua en aquellos lugares donde no llueve lo suficiente” –como ejemplo, la reciente sequía, donde todos los embalses de la provincia (excepto el de Arcos, por función) estaban bajo mínimos–.

También referido al recurso, dentro de la provincia gaditana, gran parte de los acuíferos del Sistema Guadalete-Barbate presentan mal estado cualitativo por contaminación de nutrientes o pesticidas, según indican los datos del MITECO. De hecho, los porcentajes en Guadalete y Barbate son del 63,6 % y del 78 %, respectivamente. Más del 25% de las aguas subterráneas de la provincia superan los límites legales de la contaminación por nitratos, principalmente por la agricultura intensiva, contaminando acuíferos en zonas como el Guadalete y la Bahía de Cádiz.

SED QUE NO CESA

Desde el informe, se destaca también la “falta de contabilidad real del consumo agrario”. Sí se sabe que, a nivel nacional, la agricultura consume unos 4.300 hm³ año, lo cual supone el 74 % del agua subterránea extraída. Desde 2000, el uso de aguas subterráneas para regar ha aumentado en un 173% , mientras que el 70% de las pequeñas o medianas poblaciones también dependen mayoritariamente de aguas subterráneas.

“El caudal de desarrollo que traen los regadíos lleva asociado una enorme cantidad de impactos ambientales y sociales –desarrollan los especialistas–. En relación a los sociales, la progresiva tecnificación de la actividad, requiere un continuo aumento de capital que va dejando el negocio en aquellos agentes con la suficiente capacidad financiera para afrontar estos desembolsos”.

DE ESPALDAS A LA NATURALEZA

Por otro lado, continúan, “al despojar al territorio de las armas naturales con las que cuenta para sobrevivir a la aridez −por ejemplo, un suelo saludable que, entre otras cosas, permite retener agua, unas reservas de agua subterráneas para amortiguar las sequías, una biodiversidad sincronizada para aprovechar la cascada de materia orgánica que desencadenan los eventos de lluvia, un reservorio de semillas, etc.−, este se muestra mucho más vulnerable”.

Por último, el Atlas de la Desertificación invita a hacer una reflexión sobre el modo de vida actual, ya que “imbuidos en los mundos virtuales y protegidos por una fabulosa red comercial que puede traernos del lugar más remoto lo que se nos pasa por la cabeza, no reparamos en el peaje que se paga o en la deuda que vamos a dejar”, recuerdan. “Recomponer reservas hídricas que hemos fulminado en unas pocas décadas y las toneladas de suelo fértil que hemos arrancado al territorio en el proceso de desarrollo, supone décadas, siglos o milenios de regeneración a la naturaleza”.

También te puede interesar

Lo último

stats