Llega uno a la parada de los autobuses urbanos que van de El Puerto a Cádiz, a Jerez o a Rota porque ese día no funciona el catamarán y se encuentra con que sólo puede enterarse del horario si lleva un teléfono móvil.

“Consulte el horario escaneando este código QR”, dice el letrero informativo pegado en la parada. Pero uno se ha olvidado ese día el móvil o tal vez ni siquiera dispone de uno, y ¿qué pasa entonces?

¿Tiene que esperar a que llegue alguna otra persona a la parada, preferentemente un o una joven, a quien preguntar?

¿Tendremos que llevar siempre el teléfono a todas partes: lo mismo al restaurante que a una simple parada de autobús?

Lo de la carta de los restaurantes en QR comenzó con la dichosa epidemia del coronavirus: se decía que era para evitar el contagio con los menús en papel, pero esas cosas luego se quedan para siempre.

Yo sigo resistiéndome a sacar para esos casos el móvil, aunque lo lleve en el bolsillo, e insisto en que el camarero o camarera me traiga uno en papel o plástico, como los de antes. Siempre lo hacen.

También se dice que más bien pronto que tarde desaparecerán los billetes de banco, que están llenos de virus de tanto manoseo.

Se presenta como una operación puramente higiénica, pero hay algo detrás, y es el dinero digital en el que parecen desde hace tiempo empeñados los bancos centrales.

Cada vez se usan más en todo el mundo las tarjetas de crédito o débito de los bancos, que nos evita tener que llevar siempre dinero en efectivo en la cartera, algo ciertamente útil, por ejemplo, cuando viajamos.

Están también los monederos digitales o electrónicos que permiten pagar desde el al parecer imprescindible teléfono móvil o incluso desde un reloj, todo ello vinculado habitualmente a una cuenta bancaria.

Pero el día en que el dinero digital emitido por los bancos centrales sustituya totalmente al efectivo, se incrementarán las posibilidades de control de los gobiernos sobre los ciudadanos.

Los gobiernos dictatoriales podrán, por ejemplo, congelar las cuentas de los ciudadanos cuyo comportamiento político o social desaprueben.

Incluso se habla ya de dinero digital fungible: es decir que va perdiendo valor con el tiempo si no se gasta.

Sería una herramienta de los gobiernos para activar el consumo y luchar contra el estancamiento económico.

El Banco Popular de China ha desarrollado ya un yuan digital que sustituirá eventualmente al dinero efectivo circulante y lo ha probado ya en algunas grandes ciudades.

Allí apenas se usa ya dinero en efectivo. ¡Conmigo que no cuenten!